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Ahora toca Europa

No pretendo dar aquí un sermón en torno a la necesidad e importancia de las elecciones europeas, aunque visto lo visto, bien vendría a más de uno un repaso europeísta que refresque y aclare conceptos, aunque solo sea por el qué dirán.

  • Última actualización
    15 mayo 2019 17:06

Yo, que siempre apelo a la responsabilidad de las personas a la hora de votar para que intenten apoyar las opciones que más le convienen después de realizar un análisis mínimo de todas las propuestas, no puedo comprender cómo todavía hay quien se lanza a las urnas sin saber ni a qué, ni a quién, ni para qué. Y no es un asunto menor.

A través de las elecciones europeas elegiremos a los eurodiputados que nos representarán (a nosotros y a otros 500 millones de habitantes) en el Parlamento Europeo durante los próximos cinco años. Los asuntos más relevantes que en la actualidad preocupan en Europa van desde el mercado interior a la digitación, la protección de datos, la seguridad alimentaria, la protección ambiental, la inmigración y, por supuesto, el transporte. El Parlamento Europeo decide, junto con el Consejo de la UE, la legislación que afecta a los ciudadanos de la Unión en su vida cotidiana y controla la correcta utilización de los fondos de la UE.

Por circunstancias personales estoy en condiciones de asegurarles que la gran mayoría de los aceituneros españoles serían incapaces de sobrevivir sin la aportación que reciben anualmente de la PAC (Política Agraria Común), elemento que se encarga de gestionar las subvenciones que se otorgan a los agricultores y ganaderos de la Unión Europea.

Efectivamente, el sector aceitunero español, el primer productor de aceite de oliva del mundo, estaría condenado a desaparecer si anualmente sus agricultores no recibieran una sustanciosa subvención desde Europa.

La falta de mano de obra, la eficiencia, los escasos márgenes en la comercialización o la creciente competencia del norte de África, mucho más eficiente barajando el binomio de productividad y coste de la mano de obra, acabarían por finiquitar un sector que sigue siendo fundamental para el país, tanto por la economía como por el empleo que genera.

¿Me están diciendo que la UE subvenciona un sector que no es rentable? ¿No sería más lógico dedicar los recursos a otras causas más productivas? Puede ser, pero dejando al margen las grandes teorías económicas y sociales que nos tendrían debatiendo sobre este asunto varios días, ¿quién cuestiona que el sistema educativo de un país sea rentable o no? ¿No prefieren dedicar sus impuestos a tener una sanidad de primer nivel aunque sea deficitaria porque difícilmente podría tener una cuenta de resultados como la de una gran empresa?

Sí, ya sé que se me ha ido la pinza porque no hablamos de sectores que puedan ser equiparables en toda su dimensión, pero me sirve de ejemplo para aterrizar.

El sector olivarero español podría no ser rentable en sí mismo, pero posiblemente su desaparición sería una auténtica catástrofe económica y, sobre todo, social. ¿Cómo cuantificar entonces la rentabilidad? Difícil.

En el caso que siempre nos ocupa, el transporte y la logística, también Europa marca unas directrices fundamentales para el desarrollo de las infraestructuras de los países de la Unión.

Seguro que tienen fresco en la memoria el jaleo que se montó hace poco con la inclusión de los corredores ferroviarios españoles en la red de corredores prioritarios de la Red Transeuropea de Transporte (TEN-T). Su reconocimiento fue fundamental, como también lo fue la presión que hicieron los eurodiputados españoles para conseguirlo.

Estoy convencido de que en las Europeas nos jugamos mucho más de lo que parece, sean consecuentes.