Lo del adelanto electoral pilló el viernes a este Suricata en lo más alto de su azotea con la vista puesta en todos y cada uno de los que tienen intereses normativos en esta fiesta y que, nada más pronunciar el presidente su sentencia, rabiaron, se atragantaron o, incluso, respiraron.
Ya se imaginan el ambiente de desesperación el viernes por el barrio de la estiba, al ver cómo todo lo avanzado para la culminación de la reforma puede colarse por el sumidero del papel mojado merced a un Gobierno, sí, voluntarioso y receptivo, pero que se ha tomado las cosas con una calma tan exasperante como inconsciente, como si lo de Damocles fuera un invento.
Mientras, en el polo consignatario aguantaban angustiados la respiración. El viernes era el día para aprobar su real decreto. Retrasado, ahora sólo queda el 22 y el 29. Cruzan los dedos, aún cuando se apunta a que el Consejo de Estado ha obligado a dejar algún pelo importante en la gatera.
Más suerte tuvo el CNTC, que el viernes respiró tras aprobarse in extremis el ROTT con las demandas que a última hora volvían a tener al sector al borde del paro patronal. Eso sí, para no cejar en la desesperación, al baúl de la incertidumbre ya viajan el resto de negociaciones de la tabla reivindicativa.
Mismo camino que va a tomar el Anteproyecto de Lucha contra el Fraude, aunque aquí el sector respira aliviado, muy muy aliviado, glorificando el adelanto.
