Webinareando en estado sumo, que es a lo que nos invita sin denuedo Diario del Puerto, ayer escuché con gran interés la propuesta de Jordi Espin de reconocer los derechos de las mercancías, un planteamiento más que apasionante.
No se trata de derechos mercantiles. De esos anda la logística sobrada. Concebir la carga desde el marasmo de derechos, obligaciones y responsabilidades contractuales no es más que un pacto para la resolución de conflictos, un canto al pragmatismo y al paraíso jurídico.
Pero aquí de lo que se trata es de que la sociedad global reconozca, por ejemplo, por encima de responsabilidad e indemnizaciones, a qué tiempo de tránsito socialmente aceptable tiene derecho una carga, hasta que niveles de maltrato se la puede someter, qué niveles de contaminación es capaz de soportar, en definitiva, una convención global de mínimos que evitaría infinitos desmanes.
