Cuando todos pensábamos que “el aeropuerto del abuelo” iba a quedarse sólo en eso, en ser el gran testimonio del despilfarro del partido Popular en la Comunitat Valenciana, sus gestores nos sorprenden -y para bien- con novedades que implican nuevas inversiones, servicios e ingresos.
Como recordarán, el aeropuerto de Castellón está adscrito al grupo de sociedades de la Generalitat Valenciana (Aerocas) y su gestión y explotación han sido cedidas al operador privado Edeis Aeropuerto de Castellón. Para llegar hasta aquí, ha hecho falta mucho cariño y comprensión por parte de la sociedad valenciana que ha aguantado estoicamente ante los envites de los contratos incumplidos, gestores a los que la tarea les vino grande y el rechazo de una gran parte de la sociedad española que nos criticaba (y con razón) por el sinsentido que fue, así de primeras, sin tráficos comprometidos ni necesidades sectoriales denunciadas, arrasar con parte de huerta en el corazón de Castellón, construir un aeródromo con una mini pista y sorprenderse ante la no llegada de compañías.
Pero, y no es por rebajar la indignación, los tiempos eran otros. Las vacas estaban muy gordas, las mayorías absolutas eran las que eran y los proyectos de infraestructuras eran objetos de deseo codiciados por todos. Todo el mundo quería un aeropuerto en su provincia; uno como poco.
Volviendo a la actualidad, porque de la inauguración del Aeropuerto celebrada en 2011 hasta las primeras operaciones comerciales acontecidas en 2015 se podría decir mucho -mucho, mucho-, la novedad es que se está ampliando la plataforma de estacionamiento de aeronaves con el objetivo de dar respuesta al aumento de la actividad en las instalaciones y en previsión de futuros crecimientos. ¿Se lo pueden creer? ¡Qué tenemos mucha actividad en el aeropuerto de Castellón y se necesitan nuevas inversiones! (Nota: incluir aquí emoji de cara emocionada con una lagrimita).
Según ha confirmado el director general de Aerocas, Joan Serafí Bernat, las obras en ejecución incrementarán en aproximadamente 6.400 metros cuadrados las dimensiones de la plataforma, que en la actualidad abarca una superficie de 68.150 metros cuadrados.
¿Se acuerdan de cuando se realizaban pruebas de karts en la pista porque no había ni un solo avión? ¿Recuerdan cuando, ante el silencio del sector turístico, el logístico planteó a la Administración valenciana centrar los esfuerzos en servicios de carga, por ejemplo? Han sido tantas las ideas... Han sido tantas las desilusiones... De ahí que emocione confirmar que la infraestructura comienza a coger brío.
Hoy, la actividad comercial se está consolidando -obviamente dentro de sus límites, no nos vengamos arriba y queramos compararlo con sus hermanos Valencia o Alicante-. Por ejemplo, en junio empiezan a operar nuevas conexiones a Budapest y Katowice. Además, se ha ampliado la cartera de servicios y dos empresas están desarrollando labores de desmontaje y reciclaje de aviones y está prevista la construcción de un hangar de 500 metros cuadrados junto a la terminal de carga. A esto, hay que sumar la actividad de una escuela de pilotos (tras el verano habrá una segunda academia) y el servicio de aerotaxi.
El plan estratégico de la entidad, un documento que propone la diversificación de la actividad pero manteniendo como eje central el desarrollo del tráfico de pasajeros y la vocación turística de la instalación, se está cumpliendo. Estupendo. Ahora la cuestión es no perder el ritmo y que la infraestructura sea generadora de riqueza; que, poco a poco, pero sin pausa, veamos a la economía provincial fortalecerse. El reto está claro: dejar atrás toda la historia del “aeropuerto del abuelo”.