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Funambulismo tirabuzónico sublimatorio

No me voy a andar hoy por las ramas por mucho que la política de estiba nos empuje al funambulismo tirabuzónico sublimatorio, una religión tan adictiva como insaciable.

  • Última actualización
    23 marzo 2021 16:27

Partamos de la base de que el Gobierno, preso de sus dilemas morales y de sus clichés ideológicos, necesita una huida hacia adelante; partamos de que las empresas, presas de este limbo asfixiante, necesitan refugiarse en el pragmatismo; y partamos de que los sindicatos, presos de la irrefrenable liberalización, necesitan desesperadamente su sujeción a un clavo ardiendo que siga manteniendo a las bases en el discurso alineante y alineado: todos a una.

A partir de aquí, una vez destapadas las cartas de la mano de la PNL presentada en el Congreso y del borrador de proyecto de reforma legislativa, todo ello detallado ayer ampliamente por este Diario, me van a permitir que yo también sea ideológico, que también sea pragmático y que, por supuesto, también me muestre un tanto desesperado.

Primero, lo ideológico. Más allá de los complejos y tópicos con los que la izquierda aborda siempre toda cuestión laboral, sin abundar en su particularidad; y más allá del maximalismo liberalizador y sin mácula de intervención con el que la derecha pretende resolver de un plumazo toda cuestión, hay una “ideología”por encima de todas ellas que es el cumplimiento estricto de la ley y, por supuesto, el acatamiento de las indicaciones de todos aquellos encargados de hacerla cumplir, máxima que se tambalea cuando, antes que cumplir con lo que la ley ordena, se opta por cambiar dicha ley.

Por mucho que cambie la ley, la realidad no cambia, es más, siempre acaba imponiéndose

En el caso de la senda emprendida ahora por el Gobierno en materia de estiba hay dos formas de contarlo, una más directa y burda y, la otra, más sutil y retorcida: en cuanto a la primera, como sindicatos y patronales se oponen a alcanzar un acuerdo que adapte el convenio a la normativa de Competencia, acabamos antes adaptando la normativa al convenio; en cuanto a la segunda, como la normativa contiene lagunas que invitan a Competencia a hacer interpretaciones que ponen en cuestión el convenio, clarifiquemos y adaptemos el régimen jurídico de la estiba para que de esa manera no haya dudas ni sobre el sector ni sobre su convenio.

Ustedes pueden quedarse con la explicación que prefieran, pero, para bien o para mal, lo que se busca es dejar el camino expedito para el convenio y, por tanto, dejar en fuera de juego a Competencia.

Segundo, lo pragmático. ¿Es bueno dejar sin argumentos legales a Competencia? ¿Es audaz para ello convertir los CPE en mutuas y que las relaciones laborales pasen a articularse en torno a un contrato que firme cada empresa del CPE con el CPE? ¿Qué renuncias comporta esto en el ámbito de decisión de las empresas, en el ámbito de la subrogación...? Lo iremos viendo, pero asfixiados en esta eterna inseguridad jurídica, no es de extrañar que, si estos vericuetos dan estabilidad, se asuman determinadas renuncias desde el más absoluto pragmatismo.

Por último, lo desesperado. Por si no se habían dado cuenta, borradores y proyectos fracasados al margen, ¿alguien ha reparado en que este nuevo real decreto de estiba que propone ahora el Gobierno sería la cuarta reforma de la reforma de la contrarreforma del sector de la estiba en España en estos cuatro años? ¿Algún político del anterior y, por supuesto, de este Gobierno está dispuesto a entonar públicamente el mea culpa por esta absoluta incapacidad de legislar esta cuestión de la estiba de una vez y sin necesidad de parchear y de remendar un día sí y otro también? ¿Por qué no dejamos las cosas de una vez como estén y nos dedicamos a cumplirlas? Por mucho que cambie la ley, la realidad no cambia, es más, siempre acaba imponiéndose.