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Jóvenes

El miedo se ha instalado en las personas, y no es para menos. El segundo trimestre del año 2020 se nos ha cobrado demasiados sustos y disgustos como para que nos tomemos a la ligera las lógicas e insistentes medidas de seguridad que se empeñan en trasladar a toda la población, pese al pasotismo generalizado del grupo poblacional de los más jóvenes, perfectamente definidos en inglés como teenagers.

  • Última actualización
    08 julio 2020 12:21

Lamento no coincidir con quienes piensan que la traducción más lógica a nuestro idioma de teenagers es “adolescentes” porque tengo compañeros de promoción, por ejemplo, que siguen sumidos en una eterna e incansable adolescencia, y eso no parece que vaya a cambiar a corto plazo. Me temo que en nuestro país la adolescencia no acaba a los 19 años.

Vuelvo, que me pierdo. El caso es que sí, efectivamente, son los jóvenes los que tienen la sartén por el mango. El mundo es, siempre ha sido y será de ellos. Si tienen alguna duda sólo tienen que preguntarse por qué las personas se empeñan en buscar los secretos de la eterna juventud y en comportarse como si los años no pasaran.

Son ellos, los jóvenes, los que tienen todo por delante; los que en la mayor parte de los casos no han sufrido las cornadas profesionales, sociales y personales que la vida nos va regalando conforme pasan los años.

 Esa rebeldía generalizada, impulsada por la imprudencia de quien no llega a comprender el retorno que puede llegar a tener una acción, convierte a los jóvenes en personas inmunes al ridículo cuando de lo que se trata es de mostrarse a sí mismos y su forma de entender el mundo. Esto explica, entre otras cuestiones, que aquellos que no entran en la rueda quedan automáticamente excluidos de los considerado como “socialmente correcto o aceptado”.

Esa rebeldía generalizada, impulsada por la imprudencia de quien no llega a comprender el retorno que puede llegar a tener una acción, convierte a los jóvenes en personas inmunes al ridículo cuando de lo que se trata es de mostrarse a sí mismos y su forma de entender el mundo

En esta generalización generacional, tan injusta como real, no hay fisuras para el desacuerdo. No hay cosa peor que tratar de ser joven cuando no te toca. Como bien se interrogaba el otro día mi amigo Juan: “Anoche salí con mis amigos de fiesta y me encontré a mi hija de 19 años, que también estaba de fiesta, ¿cuál de los dos no estaba en el lugar que le corresponde?” Pues tú mismo amigo Juan... Aquí no sobra nadie y todo el mundo es libre de hacer lo que le dé la gana, por supuesto, pero lo importante en todo caso es ser consciente de dónde estás y por qué. La duda comienza a definirte.

Nuestro sector logístico necesita como el agua la fuerza, el empuje y la “irresponsabilidad” de la juventud. ¿Quiere decir esto que debemos jubilar todo aquel que supere los 30? En absoluto, al contrario, toda la fuerza que nos llega de las personas jóvenes debe ser adecuadamente canalizada y convenientemente modulada. A partir de ahí, cada uno ha de ocupar su espacio, con zonas de convivencia e interacción, pero dejando fluir libremente lo mejor de cada uno.

Les hablaba de miedo al principio y no era por casualidad. Observo intranquilo que nuestros teenagers, y otros no tan teen, no están demasiado preocupados por lo que tenemos alrededor (quizás por nada en general); esa actitud ha de servirnos para tratar de trivializar o aliviar el pesar que muchos otros tenemos sobre las espaldas, pero tampoco debemos olvidar nuestra obligación y si es necesario ser muy pesados y cansinos, quizás valga la pena.

 Nuestro sector logístico, la economía en general, no se puede permitir despistes. No juguemos con el futuro.