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La contundencia de la simplicidad

Perdemos con frecuencia la noción de saber dónde estamos y qué tenemos alrededor. Por si fuera poco, la dichosa pandemia nos ha obligado a considerar normal y habitual un decorado tan rancio como cualquier habitación de nuestra casa, que como casa estará muy bien, pero como plató televisivo siempre deja mucho que desear.

  • Última actualización
    25 noviembre 2020 08:49

En esto, como casi en todo, podríamos hacer un estudio de personalidades. Los hay que pasan absolutamente de todo y dejan el decorado tal y como estaba antes de exponerse al gran público (con todo lo que eso implica); los hay que amontonan el desastre en un lateral alejado del tiro de cámara dejando un frío vacío de fondo; los hay enfocan en modo contrapicado para que sólo se vea el techo (y la papada, por supuesto) y los hay que han estudiado cada ángulo y cada detalle para que todo parezca casual aunque, en realidad, todos sepamos que es simplemente un decorado (sí, se nota bastante).

A partir de estas cuatro bases se pueden articular las más diversas e inverosímiles propuestas escénicas. Omitimos conscientemente de esta serie a los que utilizan fondos falsos (e incluso a los que se han comprado un croma para proyectar imágenes), porque tienen tema como para dedicarles otra columna, sin duda.

Buscamos imágenes espectaculares, escenarios originales y mensajes distintos y olvidamos que la contundencia suele venir de la mano de la simplicidad.

La puesta en escena el pasado martes de la entrega de metopa del buque “Eco Valencia” en el puerto que lleva el nombre del barco fue precisamente un tratado de comunicación bien entendida.

Cuando se tiene la oportunidad de trasladar a la opinión pública lo que son los puertos y la importancia de todos los agentes de la comunidad logística, no hay mejor fórmula que echar mano de todo aquello que nos hace diferentes

Siete protagonistas: el barco, la naviera, el puerto, la terminal, la sostenibilidad, la restricción derivada de la pandemia y la prensa. Un acto: entrega de la metopa conmemorativa de la primera escala. Un problema: imposible hacer convivir a todos los protagonistas en el tradicional escenario de un intercambio de metopas (el puente de mando). Una solución: trasladar el acto a pie de muelle.

El resultado fue magnífico: convocatoria y respuesta masiva de medios de comunicación cumpliendo escrupulosamente con las normas de distanciamiento; exposición del puerto, de la terminal y de la naviera y exhibición de un novedoso buque que además hizo las veces de decorado espectacular. Un mensaje: sostenibilidad en vena.

Me gusta destacar que detrás de estas acciones siempre está el trabajo de los profesionales de la comunicación, en este caso de Grimaldi y de la APV, que han sabido organizar bien su trabajo y han comprendido cuál era el mensaje a trasladar. A partir de ahí, como pueden imaginar, lo suyo habrán tenido que lidiar para conseguir su objetivo.  Lo más fácil y cómodo hubiera sido, sin duda, metopa a bordo sin invitados y nota de prensa posterior… con foto incluida, eso sí.

En esta misma línea, recuerdo la puesta en escena, también en el muelle, de la toma de posesión del nuevo presidente de la Autoridad Portuaria de Castellón. La aparición de la réplica de la Nao Victoria navegando por la zona durante el acto no fue, ni muchísimo menos, producto de la casualidad. Otro buen trabajo de la directora de Comunicación.

Cuando se tiene la oportunidad de trasladar a la opinión pública lo que son los puertos y la importancia de todos los agentes de la comunidad logística, no hay mejor fórmula que echar mano de todo aquello que nos hace diferentes. Para quienes no están acostumbrados a nuestro mundo, tener la oportunidad de desplazarse a la riba, sentir en primera persona los sonidos y los olores de los muelles y empequeñecer ante la majestuosidad de las dimensiones es algo único. ¿Por qué evitarlo entonces?