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Los Reyes son los logísticos

Se acercan las fechas navideñas, ilusionantes o deprimentes según la capacidad de imaginar de cada cual. Mucho me temo que este año van a ser la bomba porque, actualmente, más que ciudadanos o votantes, somos consumidores o usuarios, y en esta Navidad vamos a ser, si nadie lo reflexiona, más consumidores y más usuarios que nunca, en función del ansia viva que hemos reprimido en estos tiempos pandémicos y que ya no hay quien sujete.

  • Última actualización
    14 octubre 2021 16:51

Los que nos chupan los datos como vampiros saben perfectamente que nuestra arma no es ya la capacidad de voto, que luego se vende o traiciona sin rubor alguno. Nuestro verdadero poder es también nuestra más profunda debilidad: somos consumidores y usuarios, casi por encima de todo. Y eso es lo que les interesa a las grandes multinacionales, los que de verdad dominan el mundo. Quieren nuestros datos, para saber qué nos van a vender.

En derivar el voto hacia un sentido o hacia otro se invierten cantidades ingentes de esfuerzos y dineros, propios o ajenos, en cada campaña electoral. Pero toda esa inversión es nada comparada con lo que se invierte en llevarnos a consumir, todo el año, cada día, todo tipo de productos necesarios e innecesarios. La mayor parte del esfuerzo de comunicación global se destina a ese objetivo: vendernos como totalmente imprescindible el último modelo de coche, el enésimo jersey, un nuevo juguete para el niño pera (otro guiño para los de la tercera vacuna) o la tele inmensa.  Este año, por eso de las ganas reprimidas, va a vivir un crecimiento exponencial de las compras, del consumo, especialmente en los meses venideros, que culminarán en una auténtica vorágine de compras en Navidad. Siempre nos han vendido que hemos de pedir a los Reyes Magos o a Papá Noel lo que se nos antoje, que aparecerá de repente a los pies de la cama o bajo el arbolito de Navidad. Sin pasos intermedios. Nada de agentes de aduanas, transitarios, navieros, terminales, estibadores, bases de contenedores, transportistas o repartidores. Con unos pocos camellos y unos renos, voladores, por cierto, todo se mueve directamente desde la mente infantil hasta los pies de la cama.

Nuestros deseos se mueven gracias a una complejísima coreografía de miles de profesionales de más de 30 gremios, que mantuvieron vivo el planeta cuando nadie podía salir de casa y que ahora harán todo lo posible por satisfacer los multiplicados deseos consumistas

Los Reyes, y estos días de colapso nos lo van a confirmar, no son los padres (salvo que seas un Borbón), son los logísticos. La realidad es tozuda y este año parece que no vamos a poder evitar que más de uno se dé cuenta de que los regalos no basta con elegirlos del catálogo y pagarlos. Hay que traerlos, desde la tienda de la esquina o desde el último rincón de China. No los transportan renos voladores ni camellos. Nuestros deseos se mueven gracias a una complejísima coreografía de miles de profesionales de más de 30 gremios, que mantuvieron vivo el planeta cuando nadie podía salir de casa y que ahora harán todo lo posible por satisfacer los multiplicados deseos consumistas. Pero nunca ha sido fácil. Es justo y necesario que la sociedad se de cuenta de una vez por todas de que sin logística no hay nada. El colapso de algunos de los más potentes puertos del mundo, la falta de material para transportar, la carencia de profesionales en algunos eslabones de la cadena logística, va a generar miles de quebraderos de cabeza a los que se encargan de llevar productos de uno sitio a otro. Todo eso valdrá la pena si, como está ocurriendo ya, los medios generalistas repiten, cada día, imágenes de estanterías vacías y colas en las gasolineras. A ver si así empiezan a respetar a este nuestro imprescindible sector.