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Mares más limpios

Que los humanos no somos especialmente pulcros es algo que ya tenía yo asumido desde hace años. Solo me hace falta pasear cada día por las calles de mi querida Barcelona para comprobar el elevado grado de incivismo que  solemos gastar con esto de la limpieza –desde bolsas de basura rebosantes en las papeleras hasta excrementos de perro a gogó, pasando por los incontables restos de comida y artilugios varios que rodean invariablemente los contenedores de la basura o los miles de chicles enganchados en los lugares más inverosímiles–.

  • Última actualización
    17 diciembre 2018 08:44

Es, ciertamente, muy preocupante este grado de incivismo en nuestras ciudades. Y llámenme maniática si quieren pero nunca entenderé esta, al parecer, querencia del personal por tener las calles rebosantes de porquería –sí, no nos quejemos de la poca limpieza porque, como siempre dice mi madre, no es limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia–.

Pero si preocupantes son las actitudes de muchos de nuestros conciudadanos con respecto a la limpieza, más preocupante es el pasotismo reinante en todos y cada uno de nosotros ante la cantidad de deshechos que somos capaces de generar, muchos de los cuales acaban en la gran isla de basura que flota a la deriva en pleno Océano Pacífico.

Me detuve hace unos días a observar, vía telemática, imágenes de esta gran acumulación de deshechos, que tiene un tamaño que casi triplica al de Francia –1,6 millones de kilómetros cuadrados, al parecer– y en el que hay cerca de 80.000 toneladas de plástico, y lo cierto es que es absolutamente impactante la facilidad que tenemos para mandar al garete nuestro planeta.

Y les explico todo esto porque la semana pasada (¡ya era hora!) el Parlamento y el Consejo europeos alcanzaron un acuerdo –provisional, eso sí– sobre una futura directiva relativa a las instalaciones portuarias de recepción para la entrega y el procesamiento de residuos que se generan en los buques. La elaboración de esta futura directiva se enmarca en la estrategia que Europa está diseñando para reducir los residuos plásticos. Disminuir la contaminación y la basura marítimas es algo absolutamente urgente porque estamos matando a nuestros mares. Y el transporte marítimo y los puertos tienen mucho que decir en esta estrategia. El papel que deben jugar es clave y la Unión Europea tiene claro que es vital proteger a los océanos de la contaminación. Es imprescindible acabar con las descargas ilegales de residuos que se realizan en los barcos, así como con las malas prácticas de gestión de residuos a bordo, además de dotar a los puertos de instalaciones adecuadas para recibir dichos residuos que se generan en los buques.

Si no se actúa sin demora, corremos el riesgo de que, en no muchos años, los mares acojan más plásticos que peces.

Para no llegar a esta situación devastadora, la única solución es reducir los residuos de plástico reciclando y reutilizando más. Y es que, según datos de la Comisión Europea, los europeos generamos cada año 25 millones de toneladas de residuos plásticos, de los cuales menos del 30% se recolecta para reciclar.

El acuerdo alcanzado la semana pasada entre el Parlamento y el Consejo supone, por tanto, además de una buena noticia un significativo paso adelante.