Anda que no me he removido en el cubil con el cansino tema del nuevo nombre que le pusieron al Ministerio de Transportes; anda que no les he aburrido con ese ramalazo naftalínico que se me escapa de vez en mes al estirar el cuello; y anda que no habrán pensado veces: menos mal que el Suricata lleva unas semanitas que no se queja del nombre, ni habla del nombre, ni hace chanzas con el nombre ni... Pero lo siento, tengo que volver al nombre, oooootra vez, porque en esta trágica crisis en la que lo irónico se sublima tiene narices que se inventaran un ministro de Movilidad y Agenda Urbana para atender a este país de inmovilidad y ciudades cerradas.
El gran mérito hoy de este Gobierno en general y del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana en particular no es ahora mismo que este país se mueva, no es que las urbes en este país fluyan con normalidad, no.
El gran mérito, como se busca poner en valor cada día, es dar cuenta del logro que supone que este país alcance la absoluta inmovilidad de sus ciudadanos y la absoluta paralización de las ciudades en todo aquello que no sea esencial y de primera necesidad para poder vencer a la pandemia.
“Qué trabajos nos manda el Señor...”
Duros tiempos.
