El fuenteovejunismo sindical protagónico en toda negociación de estiba tiene larga tradición, hasta el punto de que no suele haber kilómetros suficientes de mesa para sentar ni a todos los representantes nacionales, ni a todos los zonales, ni a todos los locales presentes, y no sólo precisamente por el número de sindicatos representados, pues no hay que olvidar las épocas de las segundas y terceras filas más platea y, por supuesto, salas adyacentes y repletas, conformando no un banco, sino un muro sindical, es la estrategia, muro ante el que de un tiempo a esta parte la patronal no se arredra y, también por su renovado espíritu colegiado, contrapone otros tantos empresarios.
Fruto de ese concepto de si no estamos todos no estamos ninguno, a los sindicatos les molestó en la tarde del miércoles que frente a su muro impasible y en posado perfecto, en determinado momento en frente sólo apareciera Pedro García, poca cosa a su juicio, aunque como secretario general sea el máximo representante patronal.
Fue una artimaña más de su estrategia de negociar a puerta cerrada pero con la puerta permanentemente abierta de la telerealidad del twitter, manejada con interés de parte desde la reducida óptica de quién se levanta y quién se sienta. Todo vale para enardecer a las masas y apretar las tuercas.
