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Estado de alarma

La ficción audiovisual apocalíptica (ya saben, esa de monos contagiados, ciudades sitiadas y aisladas por el temor a la propagación, carreteras clausuradas y cúpulas aislantes) se está volviendo real y lo está haciendo con la complicidad necesaria de todos los descerebrados que, lejos de escuchar las recomendaciones de las autoridades, han decidido salir “de vacaciones” aprovechando el cierre de los centros educativos.

  • Última actualización
    13 marzo 2020 16:20

Porque las casas de veraneo de la costa están fenomenal, así que ¿por qué no propagar aún más un virus que ya nos han dicho tropecientas veces que es altamente contagioso? Pudiendo llevar nuestro culito salsero por toda la geografía española para ir a ver a los padres, abuelos o amigos del verano en pleno marzo, ¿por qué no hacerlo? Increíble. La arrogancia del que se cree libre de portar el virus ¡faltaría más que se atreviera a entrar en mí semejante bicho!; la inconsciencia de los que no tienen la posibilidad de acceder a información veraz y contrastada y se pierden en el miedo; y el pensar que lo que está sucediendo no va contigo están siendo el mejor de los aliados del COVID-19. De ahí que las tendencias en redes sociales el viernes fueran: #QuedateEnCasa #CerradMadridYa y #NoSonVacaciones.

Y mientras tanto, mientras unos huyen de Madrid en la diáspora del coronavirus por España, comienzan a llegar las buenas noticias desde el punto 0, desde el lugar en el que se originó todo: Wuhan (China). El último hospital provisional de la provincia se cerraba el jueves pasado tras haber atendido a miles de personas. Además, el gobierno chino subrayaba que la actividad económica y productiva se reactivaba. Así que las mercancías vuelven a estar disponibles y de camino, lo que significa que los fletes suben y las previsiones para dentro de cuatro semanas son ¿optimistas? y lo pregunto porque ¿para entonces estaremos en condiciones de atender a los buques que lleguen? ¿Habremos sido capaces de acabar con los contagios? 

Al final, perdidos en nuestro ombliguismo del Brexit (que ahora se me antoja un tema ajeno y como de otro tiempo, ¿no les pasa?), de si estábamos preparados o no, nos relajamos con el COVID-19, ¿no les parece? Y digo nos, pero ya saben que les hablo de los que de verdad podrían haber tomado otras decisiones más adecuaditas en la cúpula europea; que mucho decir  pero, al final, hasta que no ha estado dentro de las fronteras de la UE... ná de ná.

Al menos el sector logístico y portuario, como siempre, se adelantó -en lo que le dejaron- a las acciones que se están tomando ahora entorno a medidas higiénicas, seguridad laboral, reducción de viajes, asistencia a reuniones, ferias y congresos, etc. Es lo que tiene trabajar con todo el mundo y en todo el mundo, que Asia no es un continente muy lejano, sino un socio comercial de primer orden con el que se dialoga a diario. Así sus problemas fueron nuestros problemas desde el minuto uno.Eso sí, nos gustó engañarnos un poquito durante los meses de enero y febrero pensando que las caídas de los volúmenes de tráfico se debían -ojo, que también- al Año Nuevo Chino. Pero eso duró poco.

Ahora sólo nos queda ver cómo reacciona el país y la Unión Europea. Las empresas españolas piden apoyo financiero, flexibilidad laboral y fiscaly el Gobierno ya ha presentado su Plan de medidas para responder al impacto del COVID-19 a nivel general y para el sector del transporte (abierta una línea de financiación ICO de 400 millones de euros y la promoción de la modificación inmediata de los slots aéreos para que no computen las cancelaciones). ¿Serán suficientes? ¿Quién lo sabe? y eso es lo peor de todo: la incertidumbre que nos aciaga. Qué horror cuando lo único que puedes hacer se reduce a hacer lo que te dicen. Pero en este caso es lo que toca: #YoMeQuedoEnCasa #FrenarLaCurva.