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Y ahora... los impagos

¿Recuerdan aquello de la Europa a dos velocidades? ¿Recuerdan lo que pasó en 2008? ¿Lo que hemos tenido que pasar, afrontar y superar desde entonces? ¿El Brexit? Pues parece que nuestros ¿socios? europeos del norte, los adalides del saber hacer, los gestores excelentes en los que siempre buscamos inspiración, creen que el coronavirus no tiene que ver con ellos y que los “pobres del sur” tenemos que buscarnos la vida para ver cómo hacemos frente a la pandemia sin dejar de cumplir con todos los objetivos marcados por la Unión Europea.

  • Última actualización
    27 marzo 2020 14:22

La esperada reunión europea para tratar la crisis del coronavirus del pasado jueves, esa cumbre que iba a reactivar la economía porque en ella se iba a definir una estrategia coordinada para recuperar la normalidad social, económica e industrial del continente una vez superada la pandemia, se saldó con un “os buscáis la vida” de Holanda, Austria y Alemania (que se quedaron tan panchas) que nadie, o al menos los más optimistas, no esperábamos. Sobre todo porque la situación no es la misma que en los 2008/2009.Ahora no nos pueden decir eso de: “Es que habéis vivido por encima de vuestras posibilidades.Mal. Mal. Os lo merecéis. Ahora a vivir del aire, ahorrar, no gastéis en nada para poder pagar(nos) vuestra deuda que eso es lo primero (y lo dice nuestra Constitución, artículo 135, ojito)”. 

La llegada de la enfermedad no ha sido algo voluntario, una importación que nos apetecía hacer.No es que nos hayamos enamorado de la Covid-19, de la idea loca de estar un mes en casa con el miedo en el cuerpo y sin poder abrazar a los tuyos; no es que la situación china nos pusiera verdes de envidia y la quisiéramos para nosotros... Pero ¿qué les pasa a los países ricos europeos? Está claro que gastan mucho, pero seguro que recogen beneficios por hacerlo que tontos no son.

Por cierto, apunte lingüístico de última hora, porque una pandemia no tiene porque acabar con nuestro buen hablar: a partir de ahora deberemos nombrar la enfermedad como toca y no haciendo referencia al virus, así que el Covid-19 ha dejado de ser él para ser ella. Así lo ha recomendado la Real Academia de la Lengua que, por lo visto, ha tenido que salir a aclararlo porque la gente tenía dudas. Confirmado: hay mucha gente que está en casa y no puede teletrabajar.

Y mientras decimos adiós con la manita a ese plan Marshall de reactivación económica que proponíamos los países más afectados por la Covid-19, los puertos españoles y todos los eslabones que, de una manera u otra, los impulsan están que no paran. La actividad es frenética porque se funciona a golpetazos. Días de mucho y otros de poco.Y las preocupaciones comienzan a cambiar. 

Tras dos semanas de confinamiento, las empresas transitarias, por ejemplo, se preparan para lo que está por llegar como el previsible aumento de los tráficos de importación, los litigios derivados del impago de tasas o el abandono de mercancías. Parece que nos precipitamos a una nueva fase en la que las empresas (todas) tendrán que mostrar su músculo financiero, su solvencia y, una vez más, su inteligencia.

Por su parte, los transportistas recuerdan la preocupación creciente (por no calificarla de psicosis) que hay sobre el tema de los impagos, circunstancia que se amplía a todos los colectivos vivos de la economía porque si quien factura no recibe su pago, se quebrará la rueda de la economía. Y esta es otra historia a la que tiene que empezar a hacer frente el Gobierno con más trabajo en el detalle de las medidas aprobadas. Hay que pagar pero para hacerlo debe haber liquidez. ¿Se conseguirá con las medidas que se han presentado? Bueno, quizá cuando los bancos sepan cómo hacerlo sí porque todavía siguen esperando instrucciones.