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A la espera de una verdadera disrupción

El transporte de mercancías, en lo que respecta a su hecho físico y concreto, lleva décadas sin experimentar una auténtica disrupción.

  • Última actualización
    11 octubre 2021 17:22

Este ámbito de la cadena logística no ha vivido una rotura brusca en su estructura ni ha experimentado un punto de inflexión revolucionario en su devenir desde hace muchísimo tiempo.

En lo que es el mero ejercicio de transportar, todo lo que estrictamente viene acaeciendo en los últimos años es una progresiva evolución alejada de las auténticas disrupciones vividas desde mediados del siglo XIX hasta mediados del siglo XX con la invención de los nuevos modos de transporte, las nuevas motorizaciones y la intermodalidad.

Disrupción fue que, tras siglos y siglos de barcos a vela y carros tirados por animales, el vapor trajera consigo el ferrocarril; disrupción fue que de la madera y el viento se pasara en el barco al carbón y al hierro; disrupción fue la invención del automóvil y por consiguiente del camión; disrupción fue la conquista del cielo con los aviones... y también la revolución del contenedor. Todos fueron saltos exponenciales para la humanidad en el marco de una transformación radical del transporte, de la cadena logística y, por ende, de la sociedad.

Pero desde entonces, poco ha variado el mero hecho de transportar. No sólo no ha vuelto a surgir otro modo de transporte, ni un modo existente ha conquistado de la noche a la mañana territorios vedados: ni el SSS ha logrado ser una revolución, ni las autopistas ferroviarias han conquistado aún nuestro país, ni en Extremo Oriente el tren es otro cosa que una mera alternativa al barco. Es más, en España aún aguardamos a la disrupción ferroviaria aunque sea en una segunda era.

Precisamente las autopistas ferroviarias o las autopistas del mar son una buena simbiosis de la reinante evolución. Lo mismo podemos decir en lo que respecta a las capacidades, con modos como el avión que claramente han tocado techo; con otros como el camión que vive un nuevo límite con los megacamiones o los duotráileres para una expansión de nicho que no radical; con los trenes intentando salvar los obstáculos de las propias infraestructuras; y con los barcos como único modo que parece aún no tener límites pese a que todo el mundo esté convencido de que están muy próximos.

No estamos en la verdadera disrupción de otras épocas, en la que una nueva energía venía a generar un nuevo modo de transporte

Lo mismo podemos decir en lo que respecta a la motorización y la energía. El concepto actual es cómo propulsar los modos de transporte de siempre con energías limpias del futuro; no estamos aún en la verdadera disrupción de otras épocas en las que a partir de una nueva energía se desarrollaba un nuevo modo de transporte. Estamos en una mera evolución, apasionante, pero evolución.

Es chocante este planteamiento cuando la industria 4.0 va a cambiar radicalmente la sociedad, las formas de consumo, las cadenas logísticas, lo que se transporta... incluso quién o qué lo transporta mediante la conducción autónoma... pero no cómo se transporta.

Elevaremos hasta la infinita potencia la trazabilidad, la precisión, la optimización, la información, la seguridad... pero de momento el futuro nos sigue advirtiendo de que habrá camiones, trenes, aviones y barcos... y, vale, camiones sobre trenes o camiones en barcos, pero en definitiva, intermodalidades.

¿Qué sería entonces verdaderamente disruptivo? Tal vez lograr trenes tan rápidos como aviones; lograr aviones con tanta capacidad como los buques; o lograr modos que ocupen espacios aún no conquistados por las mercancías, como el subsuelo en las ciudades.

Es verdad que por ahí se asoma el Hyperloop... tal vez, esta sí, la disrupción que está por venir... o la sombra de un nuevo Concorde.