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Abrir el melón

Una vez abierto en canal el sector portuario, ahora queda la difícil tarea de volver a cerrar las costuras o, lo que sería más divertido aún, hacer pasar la aguja por los bordes de un nuevo patrón.

  • Última actualización
    12 febrero 2019 16:45

Si lo piensan con calma, no sé qué sería peor. Acostumbrados a este país de perennes frustraciones, no creo que, pese a la ambición en las respuestas, nadie esté viviendo esta cuestión del Marco Estratégico como una “primavera portuaria” ni existan excesivas esperanzas de que todo esto desemboque en una revolución. Ya sea porque la legislatura se nos va a volver a despeñar de súbito por el desagüe de una convocatoria electoral, ya sea porque tocar los pilares fundamentales implica tener valor para construir el edificio de nuevo estando como está el patio, no parece que fuera a ser muy traumático el hecho de que todo este proceso acabara culminando con unas cuantas medidas cosméticas y todo lo restante escondido bajo unos buenos sacos de arena. Las palabras, al fin y al cabo, se las lleva el viento.

Y aún en el caso de que para octubre aún tuviéramos el mismo Gobierno, este Marco Estratégico sería el suyo, no el de los que vengan (vayan ustedes a saber quiénes), por lo que sería de momento un brindis al sol, lo cual es tan vacuo como trascendente, pues, insisto, ante un hipotético cambio de Gobierno podría ser simple papel mojado, pero, sin el compromiso y la dificultad de ejecutar, el que se va podría delinear cualquier transformación radical. Que apechugue el que venga.

En cualquier caso, no lo olviden, las “barbaridades” que se pudieran planificar, que es al fin y al cabo lo que debe preocuparnos y, sí, ocuparnos, no valdrían para nada por muy gorda y dorada que fuera la letra que las consagrara en el Marco Estratégico. Todo debería traducirse en leyes, algunas de inopinado rango, y ahí nos adentramos en el pantano de los consensos, difícil cuestión cuando las respuestas del cuestionario enviadas por las autoridades portuarias ya son en sí mismas un pantano. Repasen cualquiera de las preguntas y verán que en lo general puede haber concordancia, que en los principios podemos hallar similitudes, pero cuando bajamos a las cuestiones prácticas se desata la fiesta en la jaula de grillos.

Es fácil, por ejemplo, estar de acuerdo con diseñar una nueva estructura para el sistema portuario. “Sí, quiero”. Ahora bien, ¿el qué? Y aquí es cuando nos entra la risa, porque unos quieren fusionar un par de puertos pequeños por aquello de que tienen cerca las rías y le da igual el resto, otros fusionarían todos los puertos por comunidades autónomas, otros los fusionarían por tamaños, otros no saben lo que fusionarían pero tienen claro que quien debe gestionar su puerto es la Comunidad Autónoma, otros lo fusionarían todo y crearían un OPPE omnipotente y, claro, habría también algunos de los de virgencita, virgencita. O sea, para derribar la casa todos agarramos el mazo, pero para levantar el nuevo edificio ponte a pactar los planos ante tal marasmo de sensibilidades.

¿Estamos en la mejor época para abrir melones? Yo pienso que siempre es bueno abrirlos. Otra cosa es si ahora mismo podemos comerlos. Es decir, ¿podemos aspirar a grandes reformas portuarias con el mapa político que se nos avecina? Tal vez sea más fácil cuando hay mayorías absolutas, pero, si queremos reformas duraderas, ¿no viene al pelo este momento donde muchas visiones con su respectivo voto deben concursar?

Por último, estamos acostumbrados a que los gestores impulsen un modelo y luego pregunten al sector. Con el Marco Estratégico, primero se pregunta al sector... pero no nos engañemos, no hay respuestas únicas y el gestor, le guste o no, igualmente se va a tener que mojar o si no lo que se mojará es el “papel”.