La carga aérea vio en el cuarto trimestre de 2022 como se aceleraba la ralentización de la economía y cómo impactaba en los tráficos aeroportuarios, que cerraron el año sin apenas crecimiento.
La carga aérea cerró 2022 en España con un balance más que decepcionante. Los malos resultados de noviembre y, sobre todo, de diciembre dilapidaron la renta acumulada a lo largo de todo el año, en el que al final los tráficos cerraron prácticamente en plano.
En 2022 de nuevo la red de aeropuertos de Aena logró superar los mil millones de kilos, cifra eso sí que apenas supuso un 0,2% más que en 2021 y, lo más importante, siguió un 6,5% por debajo del nivel de 2019, es decir, el ejercicio resultó inútil a la hora de intentar recuperar los niveles de tráfico previos a la crisis del COVID-19.
Por aeropuertos, Madrid-Barajas terminó creciendo un 8,2% y logró situarse un 1,1% por encima de 2019; Barcelona creció un 14,3% pero fue insuficiente y siguió a un 12% de distancia del resultado de 2019.
El aeropuerto peor parado fue de nuevo Zaragoza, sin posibilidad de retomar la senda. Cayó definitivamente al tercer puesto del ránking de Aena con un descenso con respecto a 2021 del 34,7% y una distancia con respecto a 2019 del -30,5%. Por su parte, Vitoria volvió a ser la otra cara positiva del año al crecer un 1,5%, lo que supuso con respecto a 2019 un 14,2% más.
Gran parte de la culpa del mal resultado de 2022 hay que atribuirla al negativo cierre de ejercicio, con un cuarto trimestre en el que el tráfico total descendió un 9,7%, destacando el descenso del tráfico internacional del 11,2%.
