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Algeciras está SIN tren

El sutil a la par que indisimulado respingo con el que José Luis Ábalos encajó en el XXV Aniversario de Grupo Diario la reivindicación de Rocío García  sobre Algeciras debería haber tenido eco, aunque sólo fuera por cortesía, en el posterior discurso del ministro. No obstante, más allá de lo relativo a la Secretaría General del Partido, no se le puede pedir reflejos al ministro: está para lo que está aunque lo de Algeciras y el tren sea de su competencia y de una gravedad superlativa.

  • Última actualización
    11 diciembre 2018 17:01

Sería bueno en este asunto no centrarnos sólo en los políticos y que todos ejerciéramos autocrítica para determinar qué parte de responsabilidad tenemos en el hecho de que el primer puerto de España lleve ya 51 días sin conexión ferroviaria mientras el eco de su ahogo logístico es mínimo en el resto del territorio nacional. A nadie le parece importar y la mayoría de la sociedad y del propio sector andamos mirando para otro lado en unos casos por ignorancia, en otros por hastío, en otros por dejación y en otros por puro interés legítimo y también ilegítimo.

En cualquier caso, los políticos tienen en este asunto la última palabra y cuesta mucho asumir sus arbitrariedades, sus dejaciones, sus olvidos y sus mezquindades, tan comunes como patológicas.

Soy de la firme convicción de que a Algeciras le ha faltado en estos años la conjunción de los intereses electoralistas, populistas y personalistas de los que deciden en Madrid y aprietan las tuercas en Andalucía.

Es indubitable que si Málaga logró el AVE con esa celeridad fue por la implicación de la ministra malagueña Magdalena Álvarez y el compromiso con su tierra a la sombra siempre de una posible candidatura a la alcaldía.

Lo mismo podemos decir del AVE a Galicia, con Pepiño Blanco, Ana Pastor o Rajoy, de signo distinto pero igual compromiso electoral con la “miña terra”.

El Corredor Mediterráneo, por seguir con los ejemplos, era una obsesión pancatalanista y luego un arrebato histérico pepero hasta que los populares coincidieron tanto en Madrid como en Valencia y Murcia. Y no olvidemos que después, más allá del pancartismo, las cosas han ido fluyendo según si interesaba soltar o recoger carrete en función del independentismo catalán, del nuevo Gobierno socialista de la Generalidad o de la incontrolable presión del lobby empresarial.

Tenemos casos recientes tan obvios como sutiles como el del ex alcalde de Santander Íñigo de la Serna con el AVE a Cantabria o el propio Corredor Cantábrico-Mediterráneo, o tan descarados como el del ferrocarril a Extremadura, otro pozo del olvido que de la noche a la mañana llega al candelero porque descarriló un tren a Dios gracias sin víctimas y, desde entonces, tenemos a Fernández Vara dándole la matraca a un gobierno del mismo color que no ha dudado en salir corriendo en busca del votante para montar el fandango de las comisiones de seguimiento. Igualito que en otros lares.

Algeciras no tiene “suerte” ni cuando hay accidentes. Allí llegó el temporal y los taludes se derrumbaron, el balasto se diluyó como arenilla y lo único que quedó sepultado fueron los raíles, nada de pasajeros caminando desorientados por la vía.

Y no les quepa la menor duda. ¿Cuándo se invirtió más en la línea Algeciras-Bobadilla? Cuando la sempiterna Junta socialista encontró eco en el Madrid de José Luis Rodríguez Zapatero. Después, por cierto, no ha habido nada: millones y millones presupuestados y vueltos a presupuestar sin concretar.

Ahora parece que había sintonía “política” pero, ojo: en nada en Andalucía el color del Gobierno vuelve a cambiar.

Que me perdonen los puristas pero, a veces, llego a pensar que más rentable le habría salido a Algeciras tener un ministro natural del Campo de Gibraltar en vez de al genial Paco de Lucía.