Alaska. La gigantesca península boreal es sinónimo de naturaleza salvaje, lugares históricos y nombres legendarios como el océano glacial Ártico, el estrecho de Bering, la gran estampida, los grizzlies, Jack London, Colmillo Blanco o Wyatt Earp, entre otros. Viajar por esta tierra es la aventura definitiva. ¿Se atreve con la propuesta?
Dicen en Alaska que si uno pudiera ver todos los osos que le observan al entrar en los bosques, ni siquiera saldría de casa. Aquí todo es bosque y naturaleza indómita. Un territorio gigantesco y medio deshabitado (casi dos millones de kilómetros cuadrados para unas 800.000 personas) que supone una de las últimas fronteras salvajes del planeta.
El sur del estado es la tierra de las islas y los fiordos; es donde osos, orcas, leones marinos y nutrias se dejan ver con relativa frecuencia. La accesible península de Kenai alberga lugares inolvidables como densos bosques que tapizan valles flanqueados por montañas escarpadas, ríos cristalinos que escapan de los glaciares o la enorme masa de hielo del Harding Ice Field, uno de los últimos fragmentos que se conservan de la época de la última glaciación, periodo que finalizó hace unos 12.000 años y que heló el planeta durante casi 100.000.
Lugares como Hope o Homer, enlazados por la única carretera de la península, la Sterling Highway, y aldeas como Seldovia sólo accesible por mar o aire son el rincón en el que perderse durante una jornada o varias. Enclaves aferrados a otras épocas como Ninilchik o Nikolaevsk, restos del pasado ruso de Alaska y donde los escurridizos old believers todavía mantienen su cultura en connivencia con los inevitables cambios propios de los nuevos tiempos.
La propuesta de Bonus para conocer Alaska y disfrutarla requiere de 9 días de viaje (contando los traslados). No hay que dejar de visitar: Anchorage, Seward o la “Puerta de entrada al Parque Nacional de los Fiordos de Kenai”, la península de Kenai, el Alaska Native Heritage Center, Talkeetna, el valle de Matanuska-Susitna y el Parque Nacional Denali.
Por cierto, si se puede descubrir el país con el apoyo de un guía naturalista se conocerá mejor la esencia, el pasado, el presente y el futuro de Alaska.
Valoren la opción.
Las salidas se recomiendan en verano, así que no se preocupen que tienen tiempo para pensarlo, aunque si lo tiene claro digan sí y aseguren la salida porque Alaska bien merece un viaje.