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De hortelanos y perros

  • Última actualización
    30 septiembre 2021 17:29

Les regalo una predicción personal, por mi cuenta y riesgo: no habrá adjudicación de la Terminal Norte del Puerto de Valencia este mes. Ni el que viene, ni el otro. Y ya veremos el año que viene. Y, ya me perdonarán, pero tengo que apuntillar que así empezó la ZAL de Valencia, hace…  ¡27 años!, concretamente desde el 14 abril de 1994.

Entonces, recuerde el alma dormida, Ayuntamiento del PP, Generalitat del PSOE y Gobierno Central del PSOE firmaron con la APV el visto bueno al proyecto que, ahora, finales de 2021, parece que está empezando a empezar a activarse.

En ese caso como en el de la terminal, llegar hasta su construcción es complicadísimo, pero no tanto como que te dejen ponerla en marcha.

La lucha de algunos no es para proteger el mar o la huerta, es para que no se pongan en marcha. Se puede hacer la ampliación (hecha hace 10 años) o la ZAL, acabada hace unos 25, lo que no van a permitir es que se activen.

Ya lo dijo ayer, por ejemplo, la concejala de Urbanismo de Alboraya, Ana María Bru: “Se comienza a recibir la negativa de algunos integrantes a cualquier crecimiento y aparece la idea de crecimiento cero”.

El miércoles, los mismos políticos que lo defendían en el poder, tumbaron en la oposición el Plan General de Ordenación Urbana de Alboraya. No entrando en el brutal despropósito de que un pueblo con playa no pueda ir a la playa porque no hay ni un solo camino que conecte a sus habitantes con su mar, lo que llama la atención son los 10 años de tramitación de ese Plan y el, aproximadamente, millón de euros que ha costado, para nada. Alguien ha planteado mal o alguien ha atacado sin fundamento el PGOU. Pero no pasa nada. Miles de horas de trabajo y cientos de miles de euros, todo ello salido del bolsillo del ciudadano... a la basura. Y nadie pagará por ello.

Cada vez es más difícil sacar adelante proyectos de progreso. Cada vez es más fácil paralizarlos. Cada vez las pancartas y los artículos y los gritos empiezan más y más veces por los términos stop, paremos, aturem...

La moda gratuita del oponerse y paralizar todo lo que no dicte uno mismo es la principal pandemia económica que vivimos. Y va a ir a más.

Cada vez es más difícil sacar adelante proyectos de progreso. Cada vez es más fácil paralizarlos. Cada vez las pancartas, los artículos y los gritos empiezan más y más veces por los términos stop, paremos, aturem...

A esa vocación política, de unos más que de otros, de parar las cosas, se suma la judicialización de los conflictos. Todo se lleva a esa justicia nefasta por lenta. En Valencia, los contenciosos, fomentados por lo que ni comen ni dejan, llevaron a la ZAL a esa parálisis permanente de la que ahora está empezando a salir. Y ni los que la paralizaron, ni la tortuga justicia pagarán a las barriadas colindantes ni un euro de los más de mil millones que les han quitado en salarios. Repito, más de millones en salarios destinados mayoritariamente a las poblaciones colindantes. Y lo que se pierde cada día, sin que nadie se responsabilice.

En el caso de la nueva terminal de Valencia, estamos, otra vez, en la tormenta perfecta. Partidos políticos y multinacionales con intereses a veces convergentes y a veces cruzados. Elecciones locales y regionales que amenazan con adelantarse y hacen levantar el pelaje del lomo a nuestros amadísimos políticos. Alegaciones, trámites, distintos organismos implicados...

Teniendo en cuenta que, como digo, el retraso de la puesta en marcha no lo paga nadie... ¿quién se atreve a apostar por la fecha en la que se ponga en marcha esta infraestructura acabada hace 10 años?