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El destino lo sabía

Escribir sin un rumbo fijo tiene dos problemas: el primero es llegar a un destino no deseado y el segundo no es otro que vagar y vagar sin alcanzar nunca una meta concreta. Y esto, que parece un mal endémico del escritor enfrentado a la página en blanco, también sucede con el que se atreve con un discurso sin argumento o aquellos muchos que pretenden formar criterios cuando no hay neurona de la que exprimir una mísera gota de sentido común.

  • Última actualización
    11 diciembre 2019 17:17

En esto de la actualidad y la información hay mucho de tendencias, prácticamente es un trabajo de minería de precisión. El asunto, el objetivo esencial, es encontrar una veta de la que poder extraer el material más preciado hasta llegar a agotarla. El problema real llega cuando la veta es muy pequeña o cuando, simplemente, no existe.

Hay asuntos que son capaces de generar titulares durante meses; otros, sin embargo, se agotan con un par de piezas, por más que le pese al profesional que encontró la veta informativa. Y los hay, demasiados quizás, que son capaces de encontrar un filón donde no existe y tirar de él eternamente, pese a todo. Es terreno abonado para exprimidores de titulares de notas de prensa y amigos del sensacionalismo absurdo. No se es más ni mejor periodista al cambiar un titular con un adjetivo y una vuelta de tuerca.

Ya lo explican en las facultades, o lo explicaban, la información debe ser pura, sencilla, clara, breve... porque de lo contrario pasa a ser otro género cuyo objetivo no es el de informar...

Los puertos, especialmente los españoles, se han convertido en esa maravillosa veta de la que extraer material eternamente, aunque ni siquiera exista. En realidad es muy fácil echar basura encima de un ente que no cuenta con mecanismos suficientes como para defenderse ante la falsedad, la mentira y la información capciosa o, por lo menos, no debe entrar en un juego de fuerzas del que con toda seguridad va a salir mal parado desde el punto de vista social.

Me sigue llamando la atención que un sector tan importante de la economía española como el nuestro tenga tan poca presencia en los planes educativos, tanto a nivel de formación obligatoria, como en ciclos superiores o profesionales.

Al igual que existe una emergencia climática, la sociedad española tiene una emergencia formativa básica en torno al sector logístico.  Se hace necesario preparar adecuadamente a las personas dirigirán el futuro para que nadie tenga que explicarles qué es un puerto, cuál es la importancia que tiene para la sociedad y la economía y cuál es el impacto de su desarrollo y actividad.

Un país con 8.000 kilómetros de costa y  46 puertos de interés general no puede tener una cultura portuaria que esté a la altura de la de Eslovaquia, que no tiene ni un centímetro de su perímetro bañado con agua del mar.

El primer paso para defender con criterio nuestros puertos es conocerlos y esta responsabilidad debe ser compartida entre la administración pública desde los ministerios que corresponda, la iniciativa privada y también, por supuesto, por los medios de comunicación generalistas y especializados, que no nos cansamos de repetir nuestra vocación de informar y formar.

El destino sabía que yo tenía que decir esto hoy aquí. ¿Por qué? Pues no lo tengo muy claro, pero así ha sido.