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El diálogo, esa excusa para no hacer nada

Me siento incapaz de decir nada nuevo en torno a los grandes conflictos sectoriales que ahora mismo atenazan la competitividad del sector logístico en España. Ahora bien, al menos podemos y debemos decirlo todo más alto, y a eso vamos, a ver si de tanto insistir conseguimos que alguien de una vez por todas en la Administración se dé cuenta de que, después de todo lo que ha llovido y de tanto que anda la gente chapoteando en los charcos, como que la cosa ya empieza a salpicarles. ¿Verdad ministro?

  • Última actualización
    17 noviembre 2020 17:30

Hemos dicho ya en infinidad de ocasiones que la estrategia del actual Ministerio de Transportes, a través de su Secretaría General, es el diálogo. Bravo.

Hemos constatado la receptividad, la empatía y la predisposición que el sector viene percibiendo desde el Ministerio y desde dicha Secretaría. Excelente.

Pese al empeño de dicho órgano por mantener los debates alejados de los medios de comunicación y por que absolutamente nadie se vaya de la lengua y explique lo que en las distintas mesas se analiza, tenemos la capacidad de conocer y trasladar a nuestros lectores lo que en esas reuniones se trata y las vías que honestamente se perfilan en busca de esos avances. Perfecto.

Incluso, en aras de profundizar en el consenso, sabemos de primera mano cómo esas mesas lucen por su heterogeneidad de perfiles y asesores, y allí aparecen y se aparecen diputados, ex-directores generales, mediadores y demás perfiles variopintos en busca de dar con la tecla de problemas que vienen de tan lejos y son de tan hondo calado que exigen herramientas imaginativas. Estupendo.

A partir de aquí nos consta, porque no  somos ciegos, que todo el proceso de diálogo y apuesta por el diálogo y consagración del diálogo en torno al V Acuerdo Marco de la Estiba o en torno a asuntos como  la carga y descarga o las 44 toneladas en el transporte de mercancías por carretera es siempre muy fructífero, sirve para poner los problemas sobre la mesa, para dimensionarlos, acotar las diferencias, sincerarse, desahogarse y todo lo que ustedes quieran acabado en “arse” pero, visto lo visto, el resultado en estos dos grandes asuntos paradigmáticos es el mismo: ¿Hemos hablado más que nunca? ¡Sí! ¿Hemos negociado más que nunca? ¡Sí! ¿Hemos por fin penetrado en la verdadera realidad de los problemas? ¡Que sí! Pero, ¿hemos encontrado una solución? ¿Hemos resuelto algo? La respuesta clara y contundente es NO.

“No se puede seguir pervirtiendo el diálogo y alargándolo para escurrir el bulto. Basta ya de esconderse bajo las mesas”

¿Por qué? ¿Es un problema de las partes en conflicto? ¿Es que no son suficientemente receptivas? ¿Están demasiado enrocadas? ¿Son intransigentes o negadas para el consenso? ¿Es que los mediadores que pone el Ministerio no son capaces de vehicular un punto medio? ¿Es que el propio Ministerio no es capaz de convencerles? La respuesta es “sí” a todo, pero abundar en esto es una absoluta pérdida de tiempo, que es lo que está haciendo el Ministerio: haciéndonos perder el tiempo. ¿Pero qué se pensaban?

El diálogo no puede ser eterno. En algún momento hay que decir hasta aquí hemos llegado. En algún momento hay que tener, insisto por enésima vez, la vergüenza de tomar el toro por los cuernos, de ser con todas las letras Administración y, ojo, respondiendo al interés público - que es el único interés al que un Ministerio debe responder- tirar de una maldita vez por la calle de en medio: pase lo que pase, caiga quien caiga y guste o no guste. No se puede seguir pervirtiendo el diálogo y alargándolo para escurrir el bulto. Basta ya de esconderse bajo las mesas. No podemos esperar más. DECIDAN de una vez, LEGISLEN de una vez. Y sí, a lo mejor no nos gusta, pero, mira, a lo mejor aciertan. Lo segundo es el único objetivo. En cuanto a lo primero, ya habrá elecciones y votaremos.

Gobernar es llenarse de barro hasta el cuello. Es burdo querer ir de impolutos y encima con el diálogo de escudo.