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El formulario

Una pura formalidad. Un mero formalismo. Hacer un brindis al sol o poner puertas al campo. Existen muchas formas de expresarlo. En Berlín lo hicieron con un folio tamaño A-6 que todas los participantes en la feria Fruit Logistica, fueran expositores, visitantes, operarios o periodistas, debían leer y entregar  no sin antes marcar una X en la casilla correspondiente a una de las dos opciones propuestas: “Sí” y “No”.

  • Última actualización
    10 febrero 2020 16:38

El formulario de Berlín Messe o “Declaración obligatoria para acceder a Fruit Logistica 2020”,  cumplía la orden de las autoridades sanitarias responsables del control de infecciones de la Oficina del Distrito Charlottenburg-Wilmersdorf del Estado de Berlín. Dicha declaración obligatoria que debía entregarse en la entrada de la feria era, por poner un ejemplo ad hoc, poner puertas al campo. Literalmente. A un lado de las puertas, la ciudad; al otro, el gran campo que siembran cada año los stands de Fruit Logistica, con frutas y hortalizas transportadas por tierra, mar y aire desde casi todos los rincones del mundo; y con feriantes llegados desde casi todos los países. Excepto China.

Dos respuestas, “Sí” o “No”, para responder a cuatro preguntas:  ¿Pertenece al nuevo grupo de riesgo de coronavirus (2019-nCoV)? ¿Ha estado en la provincia de Hubei en los últimos 14 días? ¿Ha tenido contacto con alguna persona con una infección confirmada por coronavirus? ¿Experimenta actualmente síntomas típicos (fiebre, tos, respiración dificultosa)? Un doble asterisco en la casilla del “Yes” advertía: “Si su respuesta es Sí o no responde nada, deberá seguir las instrucciones del personal de Messe Berlín y no se le permitirá la entrada a la feria”. Evidentemente, el “referéndum” no registró ni un sólo “Sí” entre los millares de personas que hacían cola en los accesos a Berlín Messe. Ni siquiera en la Albania de Enver Hoxha se produjo nunca mayor unanimidad.

El formulario de Berlín Messe es un ejemplo de la imposición de límites o restricciones a algo que no se puede controlar y muestra la inutilidad de una medida que, a pesar de que no pretende restringir la libertad de los participantes, sí muestra la vulnerabilidad de nuestra civilización ante eventos incontrolables como el coronavirus, y el desconcierto de una Administración desbordada por la situación. 

Entretanto, en el recinto ferial algunos de los pabellones mostraban los efectos del miedo a la mediática enfermedad. Los stands de los expositores chinos aparecían en su gran mayoría montados, decorados, iluminados y con su mobiliario perfectamente dispuesto. Pero no había nadie para atenderlos. Salvo alguna excepción, los expositores y visitantes chinos no viajaron a Berlín. Por propia voluntad o por imposición. Quién sabe...

Escuchamos estos últimos días los anuncios de renuncia de grandes multinacionales a participar en el World Mobile Congress 2020 de Barcelona, el mayor evento que se celebra en la capital catalana. LG, Ericsson, NVidia y Amazon fueron las primeras en hacerlo. Sony la última.

Si al contrario de lo que cantaban  The Bugles, el vídeo no mató a la estrella de la radio, tampoco la videoconferencia acabó con las ferias. Pero esto del coronavirus es un fenómeno nuevo, diferente y muy desasosegante. Y una buena excusa para aquellas empresas que no creían en las ferias y que, por no atreverse a renunciar a ellas, esperaban que fuera el mercado quien dictara su sentencia.

La Administración, al menos  la berlinesa, ha pretendido proteger a los ciudadanos a golpe de formulario. No será ésta la última vez. Es el signo de los tiempos.