Las mercancías ferroviarias siguieron atrapadas cuatro años más en la telaraña de la retórica, tal y vez incluso con mayor profusión que en los años precedentes, pues jamás se había hablado tanto del impulso del ferrocarril y, a tenor de lo que trasciende desde la Unidad Logística, jamás se había trabajado tanto en Fomento en favor del ferrocarril de mercancías, con el grave problema de que todo el trabajo de hondo calado desarrollado en áreas prioritarias como los nodos logísticos o las autopistas ferroviarias se quedaron sobre las mesas sin concreción ni difusión, con el riesgo de que un nuevo gobierno lo descarte o, como mínimo, se lo tenga que leer de nuevas.PrácticaDe esta forma, la legislatura transitó sin que todo el corpúsculo teórico generado en Fomento en torno a nuevos desarrollos competitivos para el ferrocarril pasara a convertirse en práctica, se hiciera realidad, lo que generó en el sector una profunda desazón.En este sentido, tal vez el ámbito en el que más se avanzó fue el de las conexiones ferroportuarias, con una definición de proyectos y su correspondiente planificación de la mano del Fondo Financiero de Accesibilidad Terrestre Portuaria, lo que dado el peso de los puertos en el tráfico intermodal no es un tema menor e invita a la esperanza, tanto en cuanto sea un proyecto cuya continuidad no esté en riesgo.