Durante la sesión destacó la intervención de Eduard Rodes, director de la Escola Europea de Short Sea Shipping, quien con el proyecto CLYMA y el corredor Madrid-Lyon como base argumental, desgranó los retos competitivos que ahora mismo sigue teniendo el transporte ferroviario de mercancías en el ámbito de las infraestructuras y la interoperabilidad.Rodes detalló cómo en el corredor Madrid-Lyon por el lado de la interoperabilidad confluyen no sólo dos anchos de vía, sino tres voltajes distintos, tres sistemas diferentes de seguridad y tres administradores de la infraestructura.Mientras, por el lado de las infraestructuras, en la parte española no se admiten trenes de más de 500 metros, mientras por la parte francesa, aunque se puede llegar a los 850, hay restricciones de capacidad.En lo que respecta a los puntos de intercambio en frontera, hay problemas en la gestión de surcos, falta material rodante, se utiliza tecnología obsoleta, hay congestión y no hay coordinación en la homologación e interoperabilidad del material.Por si esto fuera poco, en el caso de las terminales, y analizando únicamente el caso de España, hay problemas en los accesos a puertos como Barcelona o Tarragona; hay numerosas terminales congestionadas o con grandes restricciones para su crecimiento (Azuqueca, Coslada, Abroñigal); no hay en la mayoría ancho UIC; no todas pueden operar trenes de 750 metros; las maniobras son caras por los diseños en fondo de saco; no hay oferta para operativa de productos bajo temperatura controlada; tampoco para el caso de las mercancías peligrosas; hay una oferta escasa para el transporte de carga rodada; y hay claras lagunas de productividad.En este contexto, Rodes propuso cambiar el paradigma y apostar por una nueva visión del ferrocarril donde prime la agilidad y la resiliencia, con una concepción global e integral de la cadena logística y concibiendo el ferrocarril para cualquier distancia.