Los porteros de finca de corte tradicional son una especie en peligro de extinción. En esencia, su hábitat se mantiene e incluso se incrementa al ritmo voraz de la construcción, pero nuevas variantes transgénicas se están adaptando mejor al cambio climático de las leyes del mercado, por lo que el portero de toda la vida no incrementa su población y se ve recluido a la comunidades de vecinos más antiguas.Es una pena, porque estos personajes, con sus virtudes y defectos, son dignos de admirar. Han vivido siempre en esas porterías mínimas, de planta baja y escasa luz natural, trabajando las 24 horas del día, asumiendo todas las tareas imaginables: pintores, electricistas, jardineros, serenos, carteros, friegasuelos, guardas de seguridad, recaderos, cotillas e incluso casamenteros.Porteros que, en muchos casos, llevan viviendo en la comunidad más años que la mayoría de los vecinos, porteros de camisa azul y corbata negra ante el mostrador del vestíbulo, y con mono azul y zapatillas viejas de camino a las chapuzas que depara cada monótona jornada. Porteros que en esencia son, y perdonen la expresión, dios en la finca, la autoridad, la omnipresencia, la omnipotencia, la infalibilidad, el camino, la verdad e incluso la vida. No más decirles que conozco porteros con más heráldica que los reyes de España: su padre fue el portero de la finca, él fue el portero de la finca y, al morir, su hijo heredó la portería de la finca.Hoy estos porteros ya no se llevan. Se imponen las contratas y los guardas de seguridad de uniforme y escudo fosforescente. Gente con horario de funcionario, actividades delimitadas en el convenio, poco aguante en el puesto de trabajo y escasa implicación. Gente rodeada de monitores y ordenadores, que antes de decirte buenos días ya te han pedido el número del carné de identidad y cuya vida de portero empieza y termina cuando empieza y termina su turno.Ya no se escucha en muchas fincas españolas ese canto con el que el portero recibía a todo visitante nada más cruzar el umbral de la puerta: ¿DÓNDE VA?. Siempre estaba la tentación de contestar: Y a usted qué le importa, pero nunca había valor.Ahh!!, esos porteros que todas las mañanas barrían la acera frente al portal, con exacto cálculo de los límites del territorio y, a menudo, empujando la basura a la jurisdicción de los portales contiguos. Porteros como el que ayer mismo, en la calle Fernández de la Hoz, en Madrid, tras barrer, se dedicaba a pasar el mocho por las baldosas de la acera, frotando, con fruición, en una de las tareas más inútiles pero más utópicas e idealistas que se puedan realizar. Una acera limpia es un sin sentido, pues la misma naturaleza la dotó del color más asimilable a la suciedad. Aún así, un buen portero siempre quiso mármol blanco para las suelas de sus vecinos y todo lo que sea aproximarse, siempre mejoró en Navidad el aguinaldo.Lo inútil y lo ideal, lo que no vale la pena y lo deseable, lo que es perder el tiempo pero es justo, una dualidad compleja y habitual en cualquier ámbito del día a día. El ejemplo más claro, entre el embrollo de recursos judiciales en el que se encuentra el sector logístico en estos momentos, está en la transposición de la directiva de tiempos de trabajo de los trabajadores móviles del transporte por carretera.ASTIC y CETM han decidido llevar a los tribunales el real decreto de transposición, al considerar que éste daña seriamente la competitividad de las empresas de transporte por carretera españolas y, sobre todo, altera seriamente la libre competencia.La Dirección General de Transporte por Carretera, por su parte, ha respondido a través de su máximo responsable, Juan Miguel Sánchez, de forma contundente: No hay marcha atrás. Y, francamente, si despojamos de toda carga valorativa estas declaraciones, la Dirección General tiene razón. En verdad, no hay marcha atrás, lo recursos van a servir para muy poco.Esto, en modo alguno cuestiona los fundamentos de CETM y ASTIC. No es eso. Simplemente es el tema que les decía de lo inútil y lo ideal. Las organizaciones de transporte por carretera tienen muchísima razón en la mayoría de argumentos en los que apoyan sus recursos. Ahora bien, no van a llegar a ninguna parte.La clave es el tema de los autónomos. Su exclusión del ámbito del cumplimiento de la Directiva de Tiempos de Trabajo fue siempre entendida como una alteración fragrante de la libre competencia y una contradicción absoluta con el principio de seguridad del que emanaba la directiva.Ahora, la Administración española, en el real decreto de Transposición, ha decidido ceñirse al texto europeo, y dejar fuera a los autónomos. España podía haber sido más restrictiva e incluirlos, pero ha preferido cumplir el guión.España, por tanto, desarrolla una normativa que atentaría contra la libre competencia y contra la seguridad en la carretera. ASTIC y CETM recurren ante los tribunales españoles cargados de razón pero... la lógica me dice que poco se puede hacer.La batalla ya tuvo lugar hace años en Europa, la batalla ya se perdió en Europa, ahora ya no hay batalla. España cumple lo que dice la UE y los tribunales españoles poco podrán decir pues nuestro país se atiene estrictamente a derecho a la hora de cumplir lo que marca la ley europea. En todo caso, deberían ser los tribunales europeos los competentes. No creo que la Justicia española pueda hacer más que opinar.Es loable la actitud de ASTIC y CETM en su apuesta por la defensa de sus asociados, luchando hasta el final. Ahora bien, no es por nada pero, reitero, no hay marcha atrás. Por eso, una vez concretados los recursos, lo importante es mirar al frente y mover los resortes para ser imaginativos y productivos con la nueva situación de mercado que define la directiva.Eso sí, dos aspectos parecen fundamentales. Por un lado, hay que tomar buena nota de los que ha recordado la Dirección General: el Reglamento 561 de tiempos de conducción y descanso está por encima de la directiva, lo que podría resolver muchas amenazas de ineficiencias operativas.En segundo lugar, la transposición de la directiva ha sido la peor posible porque patronales y sindicatos fracasaron en la negociaciones previas. Reconstruir el diálogo social es ahora un deber para prevenir nuevos y graves fracasos ante futuros retos normativos.Si quieres mármol delante de la puerta, trabaja y resuelve para poner mármol. Ya habrá tiempo de pulirlo. Pero si tienes el suelo de alquitrán, es bueno mantener los principios pero no obcecarse en la lejía, la fregona y el amoníaco. Lo negro siempre va a ser negro.