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  • Última actualización
    25 junio 2008 00:00

España florece ajena a la crisis. El agua empapa los campos y la lavanda y las amapolas pintan de rojo y malva las praderas, como si la primavera acabara de explotar. Charcas y lagunas reflejan el cielo, ajenas al abrazo letal de un sol que intenta, sin éxito, imponer la ley del verano. Los ciervos trotan felices por los ribazos, los conejos zascandilean al atardecer y las aves..., las aves..., las aves... huyen despavoridas mientras la tipa que está sentada detrás de mí en el tren machaca esta bella estampa castellana con su desagradable y altisonante conversación sobre si su marido se entera o no se entera de que quiere que le regale la P2P. “Chica, ya sabes cómo son los hombres”, grita mientras el pasaje entero, encorbatado y desesperado, estira el cuello con la esperanza de que, ya que han encendido “la radio”, al menos la tipa desvele “cómo somos”.Pero ni eso. “Se va a cortar”, grita. “Que se corta”, insiste. “¿Oye?”, berrea. “Se cortó”, sentencia, y busco de nuevo por la ventanilla las aves, los ciervos, los conejos, pero ya sólo veo cementeras carcomidas con apartaderos ferroviarios sembrados de maleza; trenes y trenes de contenedores, silentes y dormidos al paso del convoy de pasajeros; cientos de vagones de mercancías muertos, abandonados, humillados por el óxido, los grafitis y el tiempo. Esto también es Castilla.Me refugio en el televisor y aparece Paz Vega, de cajera en un deprimente súper norteamericano, mientras Morgan Freeman juega con ella a descubrir que la vida puede ser bella. Fundamental: ropa nueva, coche limpio y una buena hamburguesa, devorada de cara al horizonte, en el que se dibujan cuatro grúas portacontenedores del Puerto de Los Ángeles.En ese escenario, ambos actores afrontan el reto de elegir diez cosas importantes de su vida, diez artículos para la caja rápida, esa en la que Paz Vega se consume día tras día: “10 items or less”, reza el título original de la película.¿Quieren hacer la prueba? El presidente del Gobierno se atrevió el lunes. No fueron exactamente diez artículos, fueron algunos más y obviamente no podrá pasar por la caja de Paz Vega, en todo caso le disculpamos, pues lo que ha “comprado” Zapatero son soluciones para la crisis, algo para lo que cualquier número resulta insuficiente.Hay que agradecer que Don José Luis se haya acordado del sector del transporte, que de cara a relanzar la economía española haya apostado por este ámbito como uno de los que requieren de una prioritaria reforma. Ahora bien, Zapatero no pasará por la caja rápida pero la “compra” no es que le haya llevado mucho tiempo.Por un lado, en lo relativo al transporte, llama la atención la similitud de este plan de reformas con el famoso Plan de Dinamización de la Economía Española de 2005, lo que refleja el fracaso de este, pues además, poco o nada sabemos de aquellas medidas propuestas y menos de sus efectos. El Gobierno habló en aquellos momentos de un plan de desinversión de Renfe en empresas participadas, de un regulador único ferroviario, de reformar las tasas aeroportuarias, de reformar los servicios portuarios...Por otro, el Gobierno hace ingeniería política para enmarcar, en su “plan de marketing” para afrontar la crisis, medidas ya prometidas o en curso que tienen una evolución absolutamente independiente de la desaceleración.Es ventajista anunciar entre las reformas, por ejemplo, el tema de la gestión aeroportuaria, una promesa de Zapatero de la pasada legislatura que quedó en el aire. En todo caso, bienvenida sea la clarificación del nuevo modelo y, sobre todo, lo que ya ha avanzado al respecto el nuevo Gobierno: no sólo el Estado va a conservar la mayoría en la gestión de los aeropuertos, sino que esta va a ser “amplia”. Se preserva así el interés de todos los ciudadanos españoles y se garantiza la optimización del funcionamiento del sistema aeroportuario como una red.Además, se pone un énfasis claro en que lo importante no es que las comunidades autónomas entren en los aeropuertos. Si me lo permiten, esto no es sino un peaje nacionalista que hay que abonar para lograr lo verdaderamente importante, la implicación en la gestión aeroportuaria del sector privado, algo que resalta el Gobierno y que es trascendental pues se trata de tener aeropuertos al servicio de quienes los explotan, con el Estado como garante del interés público.Igualmente ventajista es sacar a colación la aprobación del enésimo Anteproyecto de Ley de reforma de la Ley de Puertos, una iniciativa del OPPE y Fomento con un recorrido ajeno a la crisis.Nada diferente del mismo ha dicho Zapatero con respecto a lo que ya anunciara en este Diario el presidente de Puertos del Estado, Mariano Navas.En todo caso, si ya en el Plan de Dinamización de 2005 se fijaba como prioritaria la reforma de los servicios portuarios y ahora se vuelve a la carga, lo conveniente es desterrar de una vez el fracaso y los titubeos en este ámbito y acometer una reforma radical y severa de los servicios portuarios, principalmente la estiba, donde se establezcan instrumentos de competitividad, garantías de productividad, niveles de calidad y costes adecuados a lo que demanda el mercado y la eficacia de las empresas españolas. Y si para ello hay que aguantar carros, carretas y paros, estoy convencido de que el sector en su conjunto será capaz de sacrificarse si el fin de la lucha merece la pena. Es hora de que el Gobierno sea de una vez por todas ambicioso.En cuanto a las medidas concretas sobre el ferrocarril, aquí si podemos decir que son novedosas, tanto la “declaración de independencia” de Renfe Mercancías como el anuncio de liberalización de los servicios auxiliares a las mercancías.Ahora bien, con Renfe Mercancías ya saneada y una estrategia clara, no termino de descubrir las ventajas de no pertenecer a Renfe Operadora, cuando además la subvención gubernamental tiene fecha de caducidad. No es una cuestión de quien es el dueño, sino de mentalidad.En todo caso, el auténtico problema del ferrocarril ahora mismo son las infraestructuras: la adecuación de las vías convencionales, la longitud de los apartaderos, la productividad de las terminales, la carga por eje... Ahí es donde hay que incidir si queremos dar competitividad al ferrocarril, dar competitividad a la economía española.Claro que esto son medidas a largo plazo, con las que Zapatero, con el agua al cuello, no puede pasar por la “caja rápida”.