Menú
Suscripción

Libros y comida rápida

  • Última actualización
    21 noviembre 2007 00:00

La calle Orense en Madrid es una de las más caras de la capital por estar ubicada en una de las zonas comerciales más importantes y por ser uno de los ejes del principal núcleo financiero.La distribución de los comercios a lo largo de esta vía es bien sencilla. Salvo excepciones, el patrón es metro a metro el mismo: restaurante de comida rápida, banco, tienda de telefonía y tienda de moda; restaurante de comida rápida, banco, tienda de telefonía y tienda de moda; restaurante de... y así sucesivamente.Ahora, no se crean que aquí triunfa cualquiera. Un ejemplo es la fast food, sitio ideal para ejecutivos estresados y becarios machacados, muy abundantes por la zona. Hay clásicos que lideran la calle, como las hamburgueserías, y otros que por sistema han fracasado, entre ellos los telepizzas. Se han abierto tres distintos en los últimos años y los tres han cerrado. ¿Es que no le gusta al business madrileño la comida italiana? No es eso. Hay varios restaurantes italianos en la zona y en la misma calle con gran éxito. Es más bien una cuestión de estilo.No es lo mismo decir “vamos al telepizza” (y ellos y ellas se imaginan con el queso resbalando por la barbilla y repantingados en el sofá de casa) que decir “vamos al ristorante” (ya saben, violines, manteles de cuadros, miradas furtivas). Igualmente, tampoco es lo mismo que venga un amable camarero y te pregunte: “¿Qué desea?” Y tu respondas mirándole a los ojos: “Unos penne rigatti, por favor”, que llegues ante el tío de la gorra y antes de pronunciar palabra te diga con los ojos fijos en el ordenador:?“Grande, mediana o pequeña”. No es lo mismo.En todo caso, lo que yo quería contarles es que en la calle Orense ha ocurrido un suceso extraordinario. Ha cerrado un banco (lo que de por sí ya es noticia) y lo que han abierto es... ¿otro Zara, otra tienda Movistar, otro Banco, otra franquicia de comida rápida? No, han abierto... una librería. Valiente decisión y, aunque no lo crean, una seria competencia para las tiendas de moda y la comida rápida. Muchos y muchas pasarán menos tiempo viendo modelitos en los ratos muertos y saboreando menos aros de cebolla y similares para darse un garbeo por la librería, aunque sólo compren de vez en cuando.Ahora bien, ¿piensan que la “competencia” se ha quedado mirando? No señor. La cadena de fast food contigua ha llegado a un acuerdo con la librería y en la zona de lectura han montado una cafetería, así de sencillo. La unión al poder.Tal vez esta sea una salida de éxito para estos discretos primeros pasos de la liberalización del transporte ferroviario de mercancías en España. Es obvio que el futuro de los nuevos competidores no pasa por darle la dentellada a Renfe sino por encontrar y desarrollar nuevas oportunidades. No obstante, también empieza a parecer evidente que en esas nuevas aventuras tampoco es posible ir por libre.Ya lo puso de manifiesto Continental Raíl cuando inició su primer servicio de contenedores Coslada-Valencia. Ciertamente, el operador ferroviario de ACS se dejó de nuevas oportunidades al principio y entró de lleno en un mercado ya en explotación. No obstante, decidió aliarse con Renfe a través de Construraíl, sociedad en la que Continental pone la tracción y Renfe los vagones. Algo similar va a desarrollar Acciona Raíl Services con el nuevo servicio Algeciras-Barcelona, con la diferencia de que aquí Renfe pondrá tanto la tracción como las plataformas.Por tanto, los nuevos operadores están abriendo nichos de mercado, como este de Acciona o el Valladolid-Valencia para Renault de Continental, o incluso Comsa con la participación en el accionariado de tmZ, pero en todos ellos aparece Renfe.¿Por qué? Porque los nuevos operadores tienen ideas pero no tienen suficientes vagones y locomotoras, mientras que Renfe tiene material pero no tiene ideas.En esta falta de medios de los recién llegados no hay racanería, sino más bien precaución e imposibilidad por plazos. Precaución porque máquinas y vagones representan una inversión muy fuerte y no quieren supeditarla al inicio de un servicio que se va a prestar en un sector plagado de incertidumbres. Sobre el papel todos los proyectos cuadran pero el ferroviario es un sector tan voluble que entienden que hay que ir con cuidado.En cuanto a los plazos, el material ferroviario tarda mucho tiempo hasta que se recibe, a lo que hay que unir todos los procesos de homologación. Además está la falta de maquinistas, la necesidad de formación según las locomotoras y la inexistencia todavía de centros de formación suficientes más allá de Renfe.Total, que los nuevos operadores tardarían en torno a dos años cada vez que quieren poner en marcha una nueva ruta, con la incertidumbre añadida de errar y tener que tragarse el material. Piensen a este respecto que Acciona, además de su nuevo servicio ferroviario Algeciras-Barcelona también está diseñando la ruta marítima Tánger-Barcelona, con la intención de apostar fuerte y acertar sea cual sea el modo por el que opte el mercado, uno, otro o los dos.Por tanto, los nuevos operadores, antes que quedarse quietos se están moviendo, pero tendiendo la mano a Renfe lo cual, desde el punto de vista del mercado, debería ser indiferente. Lo importante es desarrollar rutas, incrementar la oferta y, sobre todo, reforzar la fiabilidad. Si esto se lograr de forma competitiva no debería importar si los operadores se juntan o se mezclan.Ahora bien, estos pactos por interés nacen en principio con fecha de caducidad, pues lo lógico es que con el tiempo Continental tenga sus vagones o por ejemplo Acciona compre más locomotoras y así ambos vayan ganando fortaleza interna y externa. Renfe tiene precisamente entre sus principios rectores en esta nueva etapa el desarrollo de estas alianzas. Ahora bien, debe tener cuidado porque lo normal es que los que hoy están siendo sobre todo aliados poco a poco sean competidores y se quede sin nada en este ámbito.Por tanto, si quiere tener permanencia, Renfe debe desarrollar por sí misma nuevas oportunidades y no fiarlas sólo al ingenio de los que son, al fin y al cabo, sus rivales.Puede valerle ahora reducir oferta y concentrarse en aquella más rentable, pero al futuro sólo se llega con ambición. Recuerden que lo de poner una librería en la calle Orense no se le ha ocurrido a los de la fast food.