Nos encanta escuchar. Es difícil de conseguir, pero, cuando lo conseguimos, a base de sujetar nuestras ansias de interrumpir para aportar nuestra opinión, suele valer la pena. De una u otra forma. El problema es que lo que importa al gran público es quién habla, no lo que dice. Y eso puede acabar haciendo que de la teórica fuente de soluciones emane un nuevo problema. Los gurús de la economía, modernos charlatanes de feria, con más paga y menos aptitudes que aquellos, deambulan, como plañideros apocalípticos, por los estrados de eventos varios para verter sus fórmulas de salvación. El otro día, dejándonos llevar por esa afición a escuchar a los gurús, por aquello de ver si aprendemos algo, le dimos su oportunidad a Leopoldo Abadía, fenómeno mediático de esos que surgen con las grandes crisis, como las setas tras la lluvia. Leopoldo tiene entre sus atractivos que es gracioso, habla bien, tiene 74 años, 12 hijos, y ha salido mucho en la tele. Con Buenafuente y todo. Antes, para lanzar a un gurú de estos era necesario escribir cualquier libro más o menos acertado pero, eso sí, muy vendido. El proceso era más lento. Ahora, con colgar algo chisposo en internet se puede hacer uno famoso de un click a otro. Ese fue el caso de Leopoldo hace un par de años. No es una crítica. Es repasar datos. El creador de la explicación de la crisis Ninja en 2008, lo convirtió después en libro, lanzó a continuación La hora de los sensatos y acaba de sacar un tercer libro Qué hace una persona como tú en una crisis como esta. Y lo que te rondaré. Más de 1000 medios de comunicación se han hecho eco del gracejo comunicativo del personaje, lo que le ha cosechado 3,2 millones de visitas a su blog desde Irán a Burundi Los presentes el otro día en la conferencia de Abadía, que se organizó como atracción para la presentación de la Feria Foroinvest, echamos un buen rato con el sentido del humor de Leopoldo, es cierto, pero también lo es el hecho de que me entraron escalofríos ante la idea de que los mensajes vertidos por el súper ponente fueran tomados por los hombres de negocios allí presentes como palabra de Dios. Y es que en cuanto vemos una persona mayor, que ha salido mucho en la tele y está en un estrado, se nos anula la capacidad de dudar, única herramienta real que tenemos para salir de esta o de cualquier otra crisis. Todo lo que decía parecía sagrado, como nos parece sagrado todo lo que puede representar algún tipo de luz para salir de cualquier túnel. Todos acuden a él con la pregunta del millón ¿cuándo acabará la crisis? Él explicó cómo y cuándo. Con precisión. Cómo: Saldremos trabajando más que nunca y pensando más que nunca. Siendo leales, no mintiendo, no haciendo trampas y no robando. Dijo. Además de poner verdes a los vagos, afirmó que si trabajas mucho serás más persona. Luego recomendó no comprar lo que no se entiende (sabio consejo). Ocurre que unos minutos antes había explicado el origen de la crisis: una serie de banqueros que, mintiendo, robando a base de vender confusión y, en definitiva, haciendo trampas, habían arruinado a cientos de miles de familias que lo único que hacían era trabajar y comportarse honradamente Cómo para no dudar de sus consejos Eso sí, el cuándo saldremos de la crisis lo acertó al mil por mil No hagáis caso a nadie, -dijo- no tienen ni idea. La crisis se acabará cuando Dios quiera, y por ahora no quiere. Eso sí es palabra de Dios. Ah! y no se metan tanto con los vagos, que son de los pocos colectivos a los que la crisis no ha podido quitarles el trabajo.