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Invisibles

Dicen que hay tres tipos de seres humanos: los vivos, los muertos y los que navegan. Esta columna va de los que navegan; concretamente de los marineros de buques mercantes, de esa llamada  “gente de mar” sin cuya contribución (con permiso de Malcom McLean, el inventor  del contenedor) jamás el capitalismo, la economía de mercado o la globalización hubiera alcanzado los niveles que ahora conocemos. Para bien o para mal.

  • Última actualización
    15 junio 2020 14:22

Colaboradores necesarios y víctimas al mismo tiempo de un negocio “invisible” como el del transporte marítimo, alejado del ojo público, del escrutinio popular , los marineros han colaborado también con su esfuerzo no suficientemente reconocido, al aseguramiento de las cadenas de suministro globales durante las fases más críticas de la pandemia de Covid-19. 

Sin embargo, a este colectivo de trabajadores, del que el 40% mundial poseen la nacionalidad filipina, apenas le han llegado siquiera los ecos lejanos de los aplausos que la ciudadanía ha dedicado al personal sanitario y a otros trabajadores de servicios esenciales como reconocimiento a su lucha contra la pandemia. Los marineros son personal esencial pero invisible. 

La crisis generada por la pandemia ha repercutido en todos los aspectos de la vida, perturbando profundamente el funcionamiento de la industria naviera y afectando el trabajo que realizan casi dos millones de personas ocupadas en este sector en todo el mundo.

En muchos países se ha denegado la entrada a puerto de buques porque previamente habían hecho escala en puertos ubicados en zonas afectadas por el coronavirus, impidiendo a dichos buques obtener suministros esenciales. Igualmente preocupante  es que, en determinadas regiones, se ha impedido a los proveedores subir a bordo de los buques y suministrar a la tripulación mascarillas, trajes de protección y demás equipos de protección individual. 

Sin embargo, el dato más preocupante, y que refleja hasta qué punto alcanza la invisibilidad de este colectivo a los ojos de los Gobiernos  y de la opinión  pública es que, según ha denunciado la Organización Internacional del Trabajo (OIT) entre 150.000 y 200.000 marineros continúan atrapados a bordo de buques en todo el mundo por las medidas de contención de la propagación del Covid-19.

La OIT ha instado a los gobiernos y las autoridades competentes en migración, salud y asuntos marítimos a trabajar conjuntamente para reconocer a la gente de mar como “trabajadores esenciales” que durante la pandemia cuidan por asegurar las cadenas de suministro de material sanitario,  alimentos y otros bienes básicos.

Como ha reconocido el secretario general de la ONU,  Antonio Guterres, obligar a los marinos a seguir trabajando exhaustos más de cuatro meses tras la finalización de su contrato es “inadmisible” ya que se pone en peligro tanto su salud como la seguridad marítima. 

Es necesario que los Estados, las organizaciones internacionales  y las empresas actúen de forma coordinada para que la gente de mar, trabajadores  esenciales para la sociedad, tengan unas condiciones de trabajo acorde al servicio que prestan. Por invisibles que nos parezcan, necesitamos que estén ahí, en el mar, fuera del alcance de nuestra mirada pero presentes en cada alimento que consumimos, en cada objeto que utilizamos y  disfrutamos. Los necesitamos.