Menú
Suscripción

La logística se pone tierna

No sé si contarlo, pero, por otro lado, cuando tengo dudas sobre si puedo contar algo o no es señal inequívoca de que es algo interesante. Bueno, si insisten... allá va: Pasan los días y se nota cada vez más en el ambiente logístico cierta ansia viva. Concreta necesidad. En los primeros días pudorosamente disimulada. Pero cada vez más suelta. Se percibe “el mono” de contacto directo, que el sector mantiene a raya como puede, de momento. La familia logística echa de menos verse en persona, abrazarse y todo eso. Ya lo he dicho.

  • Última actualización
    02 abril 2020 14:53

Los seres humanos somos adorables cuando nos relajamos y nos sinceramos. La autenticidad elimina los palos de escoba que atraviesan el alma. No entiendo por qué a algunos les cuesta tanto hacerlo, cuando les sienta tan bien. Sí, alguien tiene que decirlo, es cierto: conforme pasan los días, los Whatsapp entre logísticos crecen en cantidad y en ternura. Qué no daríamos por una convocatoria de nuestra asociación, llena de quejas, lamentos y... abrazos. Una buena sentada gastronómica-laboral llena de trabajo, risas, tontunas y...  abrazos. Una jornada, un debate, un desayuno informativo, un almuerzo coloquio, un congreso, un aniversario, una feria, una  inauguración, un viaje promocional, un cóctel, unas Paellas, una Buti, un Cocido, un Choco con papas, una fiesta… donde estrechar manos de gente que, de verdad de la buena, nos produce gran alegría verla.

Este sector vive de entrelazar engranajes profesionales, para que todo gire. Ese es el día a día de la cadena logística. Esto del distanciamiento, así, de golpe, se está haciendo especialmente duro. Ocurre que la familia “natural”, casi todos la tenemos a nuestro lado. La pena de tener a los amigos lejos ya la esperábamos. Pero esto de echar de menos a colegas de profesión… algunos no contaban con ello y lo llevan, me consta, con cierta y creciente penita. La palabra colega está pasando de ser sólo quien se dedica a lo mismo que nosotros a ser eso... colegas.

Como digo, los mensajes que se cruzan son cada día más frecuentes y más cariñosos. Hasta el punto de que uno empieza a preocuparse, porque hay ciertas cosas que sólo se dicen al final de la película. Imaginemos por un momento que va y resulta que el virus no acaba con la vida en el planeta. ¡A ver cómo nos miramos luego a la cara! Mejor no pensarlo y seguir diciendo lo que nos nace del corazón. Recuerden que de lo único que se arrepiente uno en sus últimos instantes, estadísticamente verificado, es de no haber dicho que les quieres a las personas que quieres.

Es extraordinariamente rara la situación que vivimos. Irrepetible, o eso espero. Lo poco de bueno que tiene hay que aprovecharlo al máximo, por si no nos vemos en otra similar. Preciso y precioso se hace saborear esos mensajes que nos llegan por sorpresa de ese transitario o de aquel transportista, preocupándose por nuestra salud. Emocionante, y más en esto tiempos en los que más de uno suelta su lagrimita en cada telediario. Preciso se hace dedicarle tiempo y contestar a juego. Estar al nivel de ternura y ánimos recíprocos que la situación requiere. Si no se acaba el mundo, como decía, igual nos da un poco de pudor el habernos abierto demasiado. Si no lo hacemos el error será para hoy, para mañana y para el resto de nuestros días. Recuerden, igual no hay otra oportunidad. Pues eso, que los quiero mucho. A casi todos.