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“Las personas, idiota, las personas”

En una reciente conversación de barra con tres grandes amigos del sector, comentábamos las circunstancias que han llevado a determinadas personas a crecer profesionalmente como la espuma y a mantenerse en el tiempo como modelo de éxito.

  • Última actualización
    02 diciembre 2020 14:46

Evidentemente, concluimos, no hay una fórmula mágica que pueda aplicarse a todos los casos porque todos ellos tienen sus particularidades... y porque si fuera tan fácil ni les cuento cómo estaría el sector. Pero sí parece evidente que hay determinados denominadores comunes que conviene no pasar por alto.

Iniciativa y decisión. Sólo se equivoca el que hace algo o intenta hacerlo; quedarse quieto/parado no es una opción.

Paciencia. Salvo en casos de extrema casualidad, lo normal es que los frutos se produzcan con el paso del tiempo.

Liderazgo. No lo intenten, no busquen empresas fuertes sin grandes líderes al frente, no las hay.

Equipo. Es difícil construir desde la soledad. No tengan ninguna duda, el mejor liderazgo asienta sus bases sobre un gran equipo.

Empatía. La capacidad de ponerse al otro lado es una cualidad válida tanto para tratar con clientes como con la plantilla. Todos son personas.

Comunicación. Ya no es tan importante lo que dices sino cómo lo dices. Que te entiendan a la primera no depende del receptor, sino del emisor.

Intuición. Hacer lo mismo que los demás te equilibra en el éxito, pero no te hace diferente. Nuevamente, sólo descubren cosas nuevas quienes optan por explorar nuevas rutas.

Humildad. Humilde es el mejor del mundo en su campo que salta al terreno de juego a darlo absolutamente todo, sea quien sea su rival.

Pasión. Imposible triunfar si no se disfruta con lo que se hace, incluso al margen de los resultados. Porque si bonita es la meta, más bonito puede ser el trayecto.

Responsabilidad. Social y empresarial. Las empresas no viven aisladas, sino inmersas en una sociedad y las decisiones tienen implicaciones, tanto en el entorno como en lo más íntimo y sagrado de cada empresa: las personas.

Suerte. Efectivamente, esta variable no depende de nadie, pero coincidimos en que es un factor que puede hacer bueno todo lo anterior, o justo lo contrario.

Si a un gurú del management se le ocurre pasearse por esta columna, tengo la certeza de que acabaría por reventarme la cabeza asegurando que este factor es más importante que este otro, que me he dejado en el tintero aspectos absolutamente relevantes como la formación, la receptividad, la... Lo sé, y posiblemente tendrán razón, pero yo les hablo de una conversación de barra, allí donde se dicen verdades.

No he citado, y quizás sea lo más importante, la capacidad que debería tener un buen líder para juntarse con unos cuantos amigos y poder hablar con sinceridad de la vida, del trabajo, de la empresa o de la logística a partes iguales. Conservar a esas personas que te van a escuchar debería ser una prioridad en nuestra vida, porque eso es algo que muy difícilmente se puede comprar.

Y una cosa más. Olvidamos con frecuencia que no sólo cabe un líder por empresa. Hasta la labor más insignificante puede tener al frente a una persona lo suficientemente sólida como para ejercer un claro liderazgo.

Si nadie lo remedia, hoy me voy a juntar con tres grandes líderes en lo suyo que son enormes profesionales de este sector, pero que no aprecio por lo que son, sino por cómo son. Y quiero darles desde aquí las gracias por darme la oportunidad de recordar que el sector logístico es mucho más que trabajo. “Las personas, idiota, las personas”.

Ya me perdonarán la ñoñería... debe ser que estamos ya casi en Navidad... de 2020 nada menos.