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...listos... ¡YA!

Enero va a ser mucho más que “año nuevo, vida nueva” y demás mandangas refraneras. Pedro Sánchez va a ser otra vez presidente del Gobierno “y lo sabes”, que diría Julito Iglesias con su índice incorruptible y su sonrisa matadora. Ya sea con San Pablo, con San Gabriel, con Santa Inés o con todos los ángeles custodios como aliados, habrá gobierno socialista más bien antes que después y el arranque de 2020 será el pistoletazo de salida para la legislatura.

  • Última actualización
    10 diciembre 2019 16:26

Corta o larga, a estas alturas el tamaño  no sólo es lo que menos importa, sino que demandarlo es un lujo, de tal forma que habrá que conformarse y, además, evitando así que haya terceras elecciones, una esperpéntica excentricidad de, por cierto, consecuencias tan imprevisibles como inútiles.

Ahora bien, una cosa es que sea proactivo conformarse con que vayamos a tener Gobierno, sea el que sea, y otra cosa es conformarse con lo que vaya a hacer ese Gobierno, pues lo más importante es que el mero hecho de la continuidad de Sánchez debe comportar, como mínimo, que España sea desde el minuto uno como si una tormenta se desatara, como si un alud se despeñara, como si una presa se resquebrajara y de golpe y en singular cascada estallaran todos los proyectos, planes e iniciativas que digo yo que los equipos respectivos llevan meses y meses reteniendo en los cajones y que ahora deben salir feroces a pastar en los campos legislativos con afán de comerse el mundo.

Es decir, para bien o para mal, con vocación de acertar o con perseverancia en el errar, esperamos, y máxime en el sector logístico, que todos estos meses no hayan sido perdidos, que las propuestas imperiosas de reforma requeridas en tantos y tantos eslabones de la cadena logística estén ahora mismo no sólo definidas, sino que hayan superado con paciencia procesos de refutación y contraste para saltar al ruedo a la de YA.

Asumido como está que el Ministerio de Fomento cambiará su nombre para cojear del pie del esnobismo de la movilidad y resignados a que los cambalaches de sillas ministeriales reducirán al mínimo la posibilidad de encaje de José Luis Ábalos en otras competencias aún más lustrosas al tiempo que menos enjundiosas, toca ver por el lado bueno no el seguir teniendo un ministro absorbido por el partido, pero sí al menos un equipo que, tras su constatada bisoñez de hace casi dos años, al menos ya podemos decir que le tiene cogido el pulso a la gestión. Si algo realmente nefasto pudiera pasarnos es una nueva revolución total de cargos.

Cargos, insisto, que es de esperar que en estos meses hayan aparcado la monserga del “está todo parado” por el ansia del “lo tenemos todo listo para arrancar”, lo cual en estos tiempos de reverdecida incertidumbre de agoreros de la nueva crisis resulta vital.

Se pueda hacer larga la lista de proyectos bloqueados e indispensables pero debemos mencionar cuatro grandes cuestiones modales que resulta inexcusable definir en el primer trimestre de 2020 y así lograr una velocidad de crucero que no pueda ser opacada por imprevisibles inestabilidades.

Hay que lanzar desde el minuto uno el Marco Estratégico de puertos y además con valentía y prescindiendo de la banalidad de lo políticamente correcto; hay que lograr un gran pacto por la carretera, con el compromiso veraz y definitivo de transportistas y cargadores para lograr un sector competitivo y, ante todo, rentable; hay que implementar un plan de soluciones definitivas para multiplicar los tráficos ferroviarios con incentivos desde el polo de la sostenibilidad; y hay que desarrollar ya las soluciones necesarias para la urgente digitalización del sector de la carga aérea.

¿Difícil? No tanto si se ha trabajado duro en estos meses.