La logística se ha consolidado como un sector esencial.
Lo sabíamos desde dentro, la pandemia lo dejó en evidencia para todos y la situación actual geopolítica nos lo demuestra cada día. Aun así, hoy seguimos con el mismo reto que ya arrastrábamos desde hace años: la dificultad para encontrar y retener el talento que realmente necesitamos.
Es una paradoja. En un momento donde el sector está más presente que nunca —en la agenda política, en los medios y en la economía—, seguimos sin poder cubrir ciertos puestos clave. No sólo a perfiles técnicos altamente especializados sino también de operadores de almacén, planificadores de tráfico, responsables de operaciones, gestores de clientes, expertos en aduanas o analistas de datos. Gente con capacidades, con ganas y, sobre todo, con mirada logística.
La gran pregunta que nos hacemos de forma recurrente es ¿por qué no los encontramos?
Hay múltiples respuestas, pero todas apuntan en la misma dirección: hay una desconexión entre lo que el sector necesita y lo que el mercado laboral, educativo y social está generando.
Primero, porque seguimos sin saber contar lo que hacemos.
La logística es estratégica, sí, pero no hemos logrado transmitirlo con fuerza. No hemos sabido construir una marca sectorial atractiva que nos ayude a competir por el talento frente a otros sectores más “glamurosos”. A muchos jóvenes simplemente no les llega esta opción profesional. Y si les llega, no la comprenden.
En este punto además hay una percepción gris del sector. Tenemos la necesidad de cambiar la narrativa y el posicionamiento de la industria en la mente de los jóvenes. La logística, global trade o global supply chain es la habilitadora del comercio internacional, una pieza fundamental para poder disponer de bienes y servicios de todas las partes del mundo, pero nos falta creer realmente en ello y saber transmitirlo.
Segundo, formamos con modelos caducos. Hay excepciones pero en general las formaciones siguen ancladas en temarios desactualizados, alejados de las herramientas y dinámicas reales de las empresas. La logística hoy es digital, analítica, automatizada, global... y muchos programas no están ni cerca de reflejar esa realidad y suelen carecer de la visión amplia del sector: desde los diferentes medios de transporte hasta las industrias íntimamente vinculadas: almacenes, aduanas, digitalización, legal...
Tercero porque la colaboración entre empresas, instituciones educativas y administraciones es todavía muy débil. Poco a poco esta situación va cambiando pero se siguen celebrando foros que pocas veces se convierten en alianzas reales que generen impacto directo en el mercado laboral. Faltan programas mixtos, prácticas de calidad, formación dual y actualización constante.
Y falta escuchar más a quienes están a pie de muelle, de almacén o de plataforma.
A esto se suma otro elemento importante: los cambios en las expectativas de las personas.
Las nuevas generaciones valoran el propósito, la flexibilidad, el aprendizaje continuo. ¿Estamos ofreciendo eso como sector? ¿Estamos construyendo culturas laborales que lo favorezcan? O seguimos atrapados en estructuras rígidas, turnos eternos y poca perspectiva de crecimiento. En definitiva, no es que no haya personas. Lo que falta es una estrategia clara y compartida para atraer, formar y fidelizar el talento en nuestro sector. Una estrategia que empiece por reconocer que esto no se arregla solo con una oferta de empleo en LinkedIn. Esto va de identidad, de cultura, de modelo de negocio.
Porque no se trata solo de cubrir vacantes, sino de construir una nueva generación de profesionales logísticos. Personas con visión estratégica y orientación operativa. Con capacidad para trabajar en red, interpretar datos, liderar equipos diversos y adaptarse a un entorno donde lo único constante es el cambio. Tenemos por delante un reto apasionante: posicionar la logística como un sector de futuro. Y para lograrlo, necesitamos dejar de mirar hacia dentro y empezar a mirar hacia fuera. Escuchar más. Adaptarnos más. Colaborar más.
Porque sin talento, no hay logística. Y sin logística, simplemente, el mundo no se mueve.