Son muchos los retos a los que se enfrenta el sector logístico actual, en cada uno de sus modos de transporte. Algunos de ellos, como destaca Jordi Espín, secretario general de Transprime- Spanish Shippers’ Council, son las 44 toneladas en el transporte terrestre o la concentración de la oferta en el transporte marítimo. Se trata de problemas que existían antes de la pandemia y que con ella se han acentuado. Además, Transprime también pone sobre la mesa la importancia de la colaboración y de la formación.
¿Cómo definiría la situación actual de las empresas cargadoras?
Las empresas cargadoras están en alerta máxima, en tensión entre dos polos complementarios: la fiabilidad en la recepción de materias primas y la garantía de suministro a los clientes. Aunque no parece nada nuevo, la situación actual reclama la máxima integridad a los departamentos de Logística y Transporte, y, por lo tanto, el gestor de la cadena de suministro se ha convertido en el eje fundamental de funcionamiento, información y de cohesión del esquema productivo y de ventas de cada empresa cargadora. La situación es de fragilidad del mapa logístico al que sólo se puede reaccionar con el aporte de soluciones y acciones que le aporten solidez.
Con todo ello, ¿cuál es el impulso del sector?
La necesidad de satisfacer la demanda de los clientes finales ha forzado una nueva visión en la que la estabilidad logística es el vector más importante para ganar en confianza y fiabilidad. El impulso se ha centrado en garantizar el suministro de manera real, con datos fiables para reconfigurar la cadena de confianza e información logísticas que había quedado afectada, y está siendo la más vulnerable.
¿Qué queda pendiente para consolidar esta recuperación?
La figura del agente responsable. El hecho que las navieras hayan acuñado la figura del “shipper of choice” bajo un algoritmo opaco que define y escoge a las empresas cargadoras como fiables o no para cargar, nos pone ante la situación de que deberíamos ser nosotros mismos quienes definiéramos quien es el “shipper of choice”; no por una etiqueta mal otorgada por parte de las navieras, por méritos propios del sector en la colaboración y la mejora del flujo logístico, como por ejemplo el “charter IRU-ESC” donde desde los cargadores priorizamos la mejora del trato a los conductores en los puntos de carga y descarga.
Por ello, es necesario que cada agente y actor logístico delimite su área del bien común, lo enmarque y lo comunique en cómo lo aporta y suma a la cadena de suministro.
Entre las empresas cargadoras, ¿qué sectores han tenido más actividad?
La interdependencia de todos los sectores, más allá de lo que ya se ha notificado sobre los propios problemas de cada sector, ha configurado un mapa de actividad logística difícil de aislar más allá de la afectación entre cada uno de ellos. La escasez de la oferta de transporte, en todos sus medios está marcando la pauta en cada sector para que desarrolle su actividad. Todo el mundo nos mira. Hemos pasado de ser invisibles antes de la pandemia, a ser resilientes durante ella y ahora, cada día, somos titular por los estragos logísticos constantes. El reto es afianzar la actividad con éxito sin ser titular en la prensa.
¿Qué previsiones tiene el sector de cara a finalizar el 2021?
Estamos en un momento incierto. Entre el titular del desabastecimiento, la tensión del Black Friday y la escasez de campaña de Navidad. Las previsiones son de recuperación, ya que la demanda ha arrancado con fuerza y en ello está la labor de reforzar la cadena de suministro para poder estimar resultados positivos.
¿Cuáles diría que son los retos del sector a corto, medio o largo plazo?
El principal reto del sector a medio plazo es la transparencia y el establecimiento de la cadena de confianza “trust chain” entre los actores y agentes logísticos. La transparencia ha llegado para quedarse, pero su cultura no está plenamente afianzada por el cortoplacismo de buscar soluciones a los problemas inmediatos: Canal de Suez, falta de conductores, densidades de carga alteradas, alteraciones en el calendario del Brexit… por nombrar sólo algunos de los problemas actuales que tienen repercusión en todos los demás eslabones de transporte.
Es importante distinguir entre el hardware y sofware logístico y, ahora, es evidente que el software de la cadena logística a corto plazo es el que necesita una revisión con unos parámetros basados en eficacia: las 44 toneladas son el primer y urgente reto a abordar y su homologación en los tráficos trans-europeos, el siguiente.
La necesidad de satisfacer la demanda de los clientes finales ha forzado una nueva visión en la que la estabilidad logística es el vector más importante para ganar en confianza y fiabilidad
El gestor de la cadena de suministro se ha convertido en el eje fundamental de funcionamiento, información y de cohesión del esquema productivo y de ventas de cada empresa cargadora
¿Cuáles son las preocupaciones que trasladan o trasladarían a la Administración?
Es necesario que la Administración impulse el marco logístico digital más allá de la normativa. La brecha digital entre los mapas de información y la realidad de las operaciones reclama una acción liderada por la Administración.
Paralelamente a esto, la definición de modelos para afianzar el mapa logístico es más necesaria que nunca. Tenemos que expulsar la inestabilidad para afianzar la cadena y esto solo se consigue con el aporte de modelos sólidos, energéticos, de movilidad y de financiación de las infraestructuras.
¿Cuál es su valoración sobre el estado del transporte marítimo actual? ¿Y terrestre?
Nos olvidamos que muchos de los problemas que estamos sufriendo ahora no son sólo a causa de la disrupción pandémica, ya existían previamente en forma de normativas no acertadas y que, con la pandemia han agudizado el problema.
El extremo caos en el transporte marítimo merecería un libro dedicado aparte, más allá de esta pregunta, y es que la regulación europea que favorece la hiperconcentración de la oferta de transporte marítimo CBER, merece una reflexión y revisión profundas, y es, en gran parte, la causa del jaque al comercio global actual.
El otro aspecto que no podemos olvidar es la gestión del talento. La formación en transporte y logística y el fomento de las profesiones logísticas merecen una dignificación y la creación de un plan para aportar gente preparada que considere la logística y todas sus actividades como una profesión atractiva.
Asimismo, destacar el atrincheramiento de los sectores. Debemos abandonar la trinchera e izar la bandera de la colaboración, sin reproches, y propositivamente a partir de este momento post-pandémico. Sólo así saldremos de esta.