El propio presidente de Puertos del Estado, José Llorca, en su discurso de inauguración de la jornada, situó a las terminales ferroviarias entre los retos de competitividad del ferrocarril en la Zona Centro, ante el crecimiento que están experimentando y la necesidad de responder con más y mejores infraestructuras y más y mejores servicios.En este sentido, ante el escenario de tres terminales de referencia ahora mismo en servicio como son Abroñigal, Puerto Seco de Coslada y Puerto Seco de Azuqueca, la habilitación de un espacio en Vicálvaro y dos proyectos de hondo calado de cara al futuro como Yunquera y Marchamalo, el presidente de OPPE defendió que la planificación y oferta de las terminales responda al mercado sin restricción de número. “No creo en la concentración de terminales. Debe haber terminales donde haya carga pero no una única terminal”, aseguró José Llorca, quien añadió que “no veo mal que cada puerto tenga su terminal” aunque defendió la existencia de una gran terminal que facilite los tráficos de transbordo.El debate sobre las terminales fue ampliamente desarrollado en la mesa redonda que clausuró la jornada y en la que se puso de manifiesto que en la Zona Centro los distintos intervinientes de la cadena logística exigen una planificación estratégica coordinada de las terminales y un redimensionamiento adecuado al aumento de la demanda. En este sentido, se puso de manifiesto cómo los puertos secos de Coslada y Azuqueca están llegando al techo de su capacidad y es necesario aportar soluciones de crecimiento.La mesa contó con la participación de Jaume Bonavia, director general de Alfil Logistics; Carlos Pastor, director de Logística de BASF; Ignasi Pinart, director de Hutchison Logistics; Raúl Magaña, subdirector Nacional de Transportes de MSC; Adolfo Romero, director general de Syrtrans; e Iñigo Peñaranda, director general de Transfesa, quienes coincidieron a la hora de destacar el trato personalizado que se da al cliente en Coslada y Azuqueca, si bien todos evidenciaron las dificultades operativas existentes y las carencias tecnológicas, con consecuencias de tanto impacto en la eficiencia como las largas esperas en las terminales de los transportistas por carretera.