La sostenibilidad medioambiental en las actividades de transporte y logística, en cualquiera de sus modos, constituye un objetivo irrenunciable al que empresas y organizaciones vienen dedicando importantes esfuerzos en los últimos años; en muchos casos de forma voluntaria y en otros con la finalidad de cumplir las normativas legales que regulan sus actividades en la materia. El control de las emisiones, el registro de la huella de carbono, las certificaciones medioambientales, la adopción de combustibles y energías limpias, la utilización de equipos y maquinaria “verdes” o el seguimiento de programas de gestión ambiental son, entre otros, ejemplos de buenas prácticas medioambientales que son ya habituales en numerosos puertos, terminales, almacenes, centros de trabajo y espacios donde se desarrolla la logística en nuestro país, como puede comprobarse a través de los ejemplos descritos en las siguientes páginas.
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