BILBAO. Bien sea Donald Trump, bien sea Kamala Harris, quien el próximo mes de enero ocupe el sillón presidencial en el Despacho Oval de la Casa Blanca, tendrá una notable influencia sobre las políticas comerciales, logísticas, de transporte y de infraestructuras de Estados Unidos, aun cuando el transporte de mercancías no ocupa un lugar destacado en la agenda electoral 2024 de Republicanos y Demócratas.
A menos de dos meses para la cita con las urnas y tan sólo tres días después del primer debate presidencial entre Donald Trump y Kamala Harris, poco se sabe de las propuestas de ambos candidatos en materia logística, más allá del repliegue comercial que ambos comparten para proteger la economía estadounidense y recuperar el control de las cadenas de suministro frente a la competencia de China.
A diferencia de estas elecciones de 2024, en las que los programas (“Platforms”) electorales de Demócratas y Republicanos apenas incluyen referencias sobre la materia, el de las Infraestructuras, que engloba el transporte de mercancías, sí fue un tema central en las dos elecciones presidenciales anteriores.
En 2016, Trump prometió un paquete de infraestructura de 550.000 millones de dólares (que luego aumentó a un billón), después de que su rival demócrata, Hillary Clinton, propusiera una iniciativa de 275.000 millones de dólares. Pero como presidente, Trump no pudo conseguir un acuerdo y el plan que finalmente publicó su administración no obtuvo apoyo ni siquiera entre sus compañeros republicanos en el Congreso.
Después de que Biden derrotara a Donald Trump en 2020, el demócrata hizo de un Proyecto de Ley de Infraestructuras una de sus prioridades e instó al Congreso a aprobar un paquete de 1,2 billones de dólares en su primer año. Ahora, Kamala Harris tendrá la oportunidad de consolidar su legado impulsando la finalización de un buen número de proyectos o de no darles continuidad variando su estrategia.
Trump y Harris han ofrecido visiones marcadamente contrapuestas sobre las políticas de transporte a lo largo de estos últimos años, especialmente en lo relacionado con la sostenibilidad medioambiental, que en Europa ocupa los primeros lugares en las prioridades en materia de transporte.
Los demócratas reconocen que el transporte es el mayor emisor de gases de efecto invernadero en Estados Unidos y responsable de un tercio de las mismas, y asume el compromiso de eliminar todo el carbono del sector para 2050, para lo que el Gobierno Biden-Harris ha venido realizando inversiones en infraestructuras de transporte, tanto marítimo como terrestre, ferroviario y aéreo. “Trabajaremos para electrificar nuestros puertos y vías fluviales, priorizando el progreso hacia un objetivo de transporte de mercancías con cero emisiones”, señala en su plataforma.
Por el contrario, en el programa del Partido Republicano las consideraciones medioambientales brillan por completo por su ausencia.
“Los republicanos aumentarán la producción de energía en todos los ámbitos, agilizarán el proceso de obtención de permisos y pondrán fin a las restricciones que distorsionan el mercado sobre el petróleo, el gas natural y el carbón”, expone.
Los Republicanos prometen hacer de Estados Unidos un país energéticamente autosuficiente y se marcan como prioridad poner fin al mandato de Joe Biden sobre los coches eléctricos.
La Administración Biden-Harris ha lanzado el programa “Puertos Limpios” para tratar de aliviar el impacto de la contaminación del aire en los entornos urbanos de los puertos, por donde transitan miles de camiones. “No podemos tener la mejor economía del mundo si no tenemos la mejor infraestructura”, afirman los Demócratas, que en su programa destacan también la promulgación por parte de Biden de la Ley bipartidista de reforma del transporte marítimo, que “reduce los precios del transporte marítimo y ayuda a los agricultores estadounidenses a exportar sus productos”. Asimismo, destaca los esfuerzos de Estados Unidos para responder a los ataques de los hutíes al transporte marítimo internacional, en el Mar Rojo, con la operación “Guardián de la Prosperidad”.
En los meses previos a la decisión de Joe Biden de abandonar la carrera presidencial, los sondeos lo mostraban por detrás del expresidente Trump y en aquel momento varias encuestas tampoco daban a Harris mejores resultados.
Antes del debate presidencial del pasado martes, solo un punto separaba a la vicepresidenta Kamala Harris (49%) y al expresidente Donald Trump (48%) entre los votantes registrados a nivel nacional, una diferencia tan estrecha que entra dentro del margen de error estadístico y, por tanto, supone un empate técnico. Entre los votantes que dicen que definitivamente planean votar en noviembre, Harris tiene una ventaja de 3 puntos frente a Trump, similar a la situación de agosto. Sin embargo, Trump ha superado a Harris entre los votantes independientes y latinos. Tres de cada diez votantes dijeron que el debate podría marcar la diferencia a la hora de decidir su voto.
En un momento en el que el sindicato de estibadores ILA (International Longshoremen’s Association) ha llamado a la huelga el día 1 de octubre en los puertos de la costa Este y Golfo de EE.UU. si antes no se alcanza un acuerdo con la USMX, una alianza de líneas marítimas de contenedores, terminales y asociaciones portuarias que operan en dichos puertos, cobra interés el encuentro que mantuvieron en noviembre el presidente de la ILA, Harold Daggett, y Donald Trump, quienes mantienen una larga relación que se remonta a décadas atrás en Nueva York. Ambos tienen la misma edad y son de Queens, Nueva York.
“Tuvimos una reunión maravillosa y productiva de 90 minutos en la que le expresé al presidente Trump la amenaza de la automatización para los trabajadores estadounidenses”, dijo Daggett, quien aseguró que Trump prometió apoyar a la ILA en su oposición a las terminales automatizadas en EE.UU.
Grúas “seguras” frente a la amenaza china
En paralelo, el 21 de febrero la Administración Biden emitió una Orden Ejecutiva para reforzar la seguridad de los puertos, junto con una serie de acciones para fortalecer la ciberseguridad marítima, las cadenas de suministro y la base industrial de EE.UU., anunciando su intención de devolver la capacidad de fabricación local para suministrar grúas seguras a sus puertos gracias a una inversión de más de 20.000 millones de dólares en infraestructura portuaria nacional en el marco de la “Agenda de Inversión en Estados Unidos”. Estas acciones, que incluyen el traslado a EE.UU. de la capacidad de fabricación de grúas portuarias por primera vez en 30 años, reconocen a la empresa Paceco como socio de confianza, siendo ejemplo de los esfuerzos de la Casa Blanca para fortalecer las cadenas de suministro del país.
China se ha convertido en un tema recurrente en el debate político en Estados Unidos, con Demócratas y Republicanos compitiendo por ser más beligerantes con la segunda economía mundial.
El Partido Republicano “seguirá una política comercial que priorice a Estados Unidos frente a los países que hacen trampa y a los productores estadounidenses sobre los extranjeros”.
“Recuperaremos nuestras cadenas de suministro críticas y cambiaremos la política comercial estadounidense”, dicen los Republicanos, que utilizarán su poder “para proteger la infraestructura crítica de nuestra nación”. Además, revocarán el estatus de China de nación más favorecida, eliminando gradualmente las importaciones de bienes esenciales y evitando que compre bienes raíces e industrias estadounidenses.
En parecidos términos, los Demócratas prometen que será Estados Unidos quien gane la competencia por el siglo XXI “y se fortalecerá en lugar de renunciar a su liderazgo global”. “Invertirá en las ventajas competitivas que hacen de Estados Unidos la nación más fuerte del planeta y trabajará para garantizar que siga siendo líder en el futuro”, explica en su programa, donde se destaca la labor de Harris “frente a las prácticas económicas injustas de China” para proteger a los estadounidenses.