MADRID. Las empresas trasladan su hoja de ruta, su capacidad de resiliencia y su visión sobre el futuro inmediato a este Diario. Desde diferentes prismas, todos los actores consultados coinciden en que 2025 está marcado por una suerte de “tormenta perfecta”, que conjuga tensiones geopolíticas, incertidumbre económica, presión regulatoria y una ciudadanía cada vez más exigente.
“Estamos en un momento clave”, advierte Nuria Lacaci, secretaria general de la Asociación de Cargadores de España (ACE), “confluyen factores como la inestabilidad geopolítica, con el conflicto en el mar Rojo, las nuevas medidas arancelarias de EE.UU., la presión regulatoria derivada del Pacto Verde Europeo, y una ralentización económica en Europa”. No obstante, Lacaci pone en valor que el sector sigue demostrando una gran capacidad de resiliencia, “apostando por la digitalización y la intermodalidad para mejorar la sostenibilidad y ganar competitividad”.
Para Ramón García, director general del Centro Español de Logística (CEL), esta situación configura un nuevo paradigma operativo: “2025 consolida un escenario de incertidumbre permanente que obliga a las empresas a rediseñar sus operaciones desde una lógica de anticipación, más que de reacción, cobrando un especial valor los planes de seguridad y contingencia ante situaciones adversas que nos permitan garantizar la continuidad de negocio sin perder agilidad y minimizando las posibles consecuencias”. Así, los factores clave que están moldeando el presente y el futuro de incluyen una presión regulatoria creciente en materia ESG y una falta de claridad sobre cómo llegar a esos objetivos y sus sistemas de medición, la volatilidad de los mercados internacionales. A ello se suman los nuevos requerimientos sociales: una ciudadanía que exige trazabilidad, inmediatez y compromiso medioambiental, y un tejido empresarial que debe adaptarse (principalmente a través de tecnologías y desarrollo de talento) para no perder competitividad.
Pero, además, desde el ámbito ferroviario, Juan Diego Pedrero, presidente de la Asociación de Empresas Ferroviarias Privadas (AEFP), matiza que la incertidumbre no es solo global, sino también local. En su opinión, España vive una paradoja por su dependencia energética y su apuesta por energías verdes, pero sin contar con las infraestructuras adecuadas y sí con una regulación en logística y transporte excesiva. “En nuestro país se está viviendo una paradoja importante por ser muy dependientes energéticamente y haber optado por las energías verdes frente a las fósiles o nucleares, y no parece que tengamos la infraestructura necesaria para ello. La regulación en nuestro país en materia de logística y de transportes es excesiva”, indica Pedrero.
Retos diferenciales
El transporte por carretera, uno de los eslabones más tensionados, no escapa a los efectos de este entorno. Ramón Valdivia, presidente de Asociación del Transporte Internacional por Carretera (ASTIC), lo resume con claridad: “Vivimos fuertes tensiones por la reducción de márgenes operativos, el encarecimiento energético y laboral, la presión regulatoria en sostenibilidad y los efectos indirectos de los conflictos geopolíticos”. Por ello, señala como retos principales: “La escasez de conductores profesionales, la inflación de costes operativos y la necesidad urgente de adaptarnos, en aquello que esté a nuestro alcance, a las nuevas exigencias medioambientales; sin olvidar una creciente preocupación por los robos de mercancía”.
Valdivia enfatiza estas necesidades porque, pese a reconocer una evolución positiva en empleo, en inversión y en actividad, “estamos enfrentando, sobre todo del lado del puro transporte de mercancías por carretera, fuertes tensiones en reducción de márgenes operativos, que tienen que ver con el encarecimiento energético y laboral, regulaciones poco factibles en sostenibilidad y consecuencias del contexto político internacional”.
En paralelo, el transporte ferroviario lucha por salir de su “irrelevancia” actual, pues, según Pedrero, “la cadena logística está bien desarrollada en nuestro país y es competitiva solo le falta una mayor implicación en el transporte ferroviario de mercancías”. Como denuncia el presidente de la AEFP, “estamos viviendo una situación caótica en la red ferroviaria por las obras de infraestructura. Esto no se resolverá ni en 2025 ni en 2026. Además, la implantación de sistemas como el ERTMS representa un reto enorme para nuestro sector”.
Desde el ámbito aduanero, Antonio Llobet, presidente del Consejo General de Agentes de Aduanas, pone el acento en la “alta exigencia” y la “complejidad normativa creciente”, que obliga a inversiones constantes. “La digitalización obligatoria, la necesidad de personal especializado y los continuos cambios normativos suponen una presión notable para las agencias. Todo esto, en un contexto donde el cliente exige más agilidad que nunca”, detalla Llobet.
Siguiendo esta línea, los principales desafíos que manejan desde aduanas, según el presidente de los Agentes de Aduanas, son: “la complejidad normativa creciente, especialmente en la digitalización obligatoria de procesos (DUA, ICS2, EORI, etc.), que requiere inversión constante, los cambios normativos muy frecuentes, la necesidad de personal especializado en legislación aduanera y comercio internacional y la presión por la agilidad en los despachos, ante clientes que demandan plazos cada vez más reducidos”.
Y, escuchando las demandas del sector desde la visión transversal del CEL, Ramón García, su director general, alerta de tres desafíos sistémicos: resiliencia estructural, escasez de talento y dificultad para integrar tecnologías. “El 73% de los directores de logística reconoce que sus equipos carecen de formación suficiente en inteligencia artificial. Y un 94% de las empresas nos ha confirmado que tienen serias dificultades para cubrir puestos vacantes”, añade el directivo del Centro Español de Logística.
Vectores estratégicos
La transformación del modelo logístico español se apoya en tres pilares que todos los expertos coinciden en señalar como imprescindibles: intermodalidad, sostenibilidad y digitalización.
“La intermodalidad se está convirtiendo en la gran respuesta estructural para reducir la huella de carbono y absorber disrupciones”, señala Lacaci, que destaca el crecimiento del “sea-air” desde Asia, el short sea shipping con Turquía y el norte de África, y el ferrocarril como una necesidad medioambiental y operativa. “La creciente presión por descarbonizar el transporte unido a las frecuentes disrupciones en la cadena de suministro, ha obligado a los cargadores a acudir a soluciones intermodales”, asevera la secretaria general de ACE.
El impulso al tren también es remarcado por Juan Diego Pedrero: “Más del 60% de nuestras locomotoras ya son eléctricas o duales. Además, las autopistas ferroviarias serán clave para un transporte más sostenible. La intermodalidad ya no es opción, es necesidad”.
Siguiendo los términos de sostenibilidad, los avances son importantes y así lo reconoce el sector, pero aún insuficientes.
El presidente de ASTIC, Ramón Valdivia, lo explica: “Muchas empresas están renovando flota hacia vehículos de bajas emisiones y utilizando combustibles renovables. Pero eso sigue siendo residual. La sostenibilidad no puede recaer solo en el transportista, debe implicar a toda la cadena y a las administraciones”. Además, considera Valdivia que, aunque puede sonar un poco a “lugar común”, la digitalización de procesos y de las relaciones entre clientes, transportistas y otros operadores es una tendencia clara, así como también la integración intermodal y, desde luego, no se puede olvidar la sostenibilidad. “La trazabilidad en tiempo real y la automatización de algunas funciones y tareas son ya elementos a los que no se puede dar la espalda, pues son diferenciales para ganar eficiencia y competitividad”, opina.
El ámbito aduanero también suma desde la eficiencia. “Hemos digitalizado el 100% de los trámites aduaneros, lo que ha reducido el uso de papel y los desplazamientos físicos. También participamos en proyectos de predespacho aduanero que permiten liberar antes la mercancía y reducir las esperas en puertos y aeropuertos”, detalla, por su parte, Antonio Llobet.
Sobre las necesidades estructurales, la visión es nítida: sin infraestructuras modernas, sin capital humano y sin seguridad jurídica, la logística española no podrá competir.
Las carencias son evidentes. Las carreteras reclaman mantenimiento urgente, los aparcamientos seguros brillan por su ausencia, y los nodos intermodales siguen siendo proyectos más que realidades. Lo advierte con claridad Ramón Valdivia, desde ASTIC: “Necesitamos una apuesta real por la modernización de flotas, zonas de descanso dignas y, sobre todo, un marco normativo sin dogmas. El futuro no es solo eléctrico”. Valdivia exige inversiones urgentes en mantenimiento vial, zonas de descanso, nodos intermodales y conexiones con puertos. “Necesitamos aparcamientos seguros, un marco normativo estable y una apuesta real por la modernización de flotas sin dogmas tecnológicos”.
La llamada de atención no se limita al asfalto. En los entornos portuarios y aduaneros, la interoperabilidad entre sistemas públicos y privados sigue sin despegar. Para el presidente del Consejo General de Agentes de Aduanas, es esencial que herramientas como la Ventanilla Única Aduanera “funcionen de verdad”. “La conexión entre puertos, plataformas logísticas, operadores y la Agencia Tributaria es todavía muy deficiente”, advierte Llobet.
Desde el Centro Español de Logística, Ramón García aporta una visión sistémica que amplía el foco. “No basta con mejorar las infraestructuras físicas. También hay que actuar sobre la digitalización, la formación del talento, la integración tecnológica y la armonización regulatoria en clave ESG”, concluye, “muchas empresas todavía no saben cómo medir su huella ambiental, un obstáculo serio en un contexto cada vez más exigente a nivel internacional”.