Las empresas cargadoras españolas comparten la necesidad de incrementar el transporte ferroviario por cuestiones de sostenibilidad y resiliencia. Sin embargo, la oferta casi inexistente hace que sea muy difícil el uso de este modo de transporte. Así lo explica a Diario del Puerto Publicaciones el secretario general de Transprime Spanish Shipper´s Council, Jordi Espín.
¿Cuál es la foto fija del segmento de cargadores en España en la actualidad?
El concepto y rol del cargador ha evolucionado de forma significativa en los últimos tiempos, especialmente en España. Tradicionalmente, era un actor pasivo dentro de la cadena de transporte. Sin embargo, en el contexto actual, marcado por la (des)globalización, la digitalización, la creciente preocupación por la sostenibilidad y el RDL 3/2022 - con tantas especificidades obligatorias-, este rol ha cambiado profundamente. También en su preocupación por el conductor y su bienestar.
El cargador se ha convertido en un agente activo y estratégico y la carga deja de ser un elemento pasivo y se convierte en el punto de referencia. La carga es el núcleo sobre el cual se construye una cadena de suministro sostenible y responsable. Todo se piensa en favor de la carga, no del cargador, ya que es el elemento que conecta a todos los agentes y actores logísticos y que genera riqueza por todos los eslabones por donde circula.
¿Qué acciones están tomando los cargadores para abordar el desafío que supone la implantación de las 44 toneladas?
En primer lugar, están evaluando el impacto de la medida en sus procesos logísticos, revisando la compatibilidad de las flotas con el nuevo peso máximo autorizado. Al mismo tiempo, se está produciendo una reprogramación de la segmentación de pedidos, de las relaciones con transportistas y de coordinación con los clientes. Esto incluye adecuación de horarios y turnos, así como la acomodación de la recepción en los centros.
Y en paralelo a todo ello, se están revisando los acuerdos contractuales con transportistas para adaptar tarifas y condiciones a la nueva realidad operativa, fomentando la colaboración y el reparto equitativo de beneficios derivados del aumento de capacidad.
¿Cuál es su opinión sobre la situación del ferrocarril de mercancías y la previsión para este modo de transporte en el futuro?
Esta es la gran asignatura pendiente en España. Hoy en día, la demanda de soluciones ferroviarias por parte de los cargadores es muy elevada, especialmente en un contexto en el que escasez de transporte terrestre y de reducción de emisiones. Sin embargo, la oferta ferroviaria es casi inexistente, poco competitiva y nada orientada a las necesidades reales del sector. Faltan servicios adaptados en frecuencia, trazabilidad, flexibilidad y seguridad de la mercancía, elementos esenciales para que el ferrocarril pueda convertirse en una alternativa viable.
Los cargadores desean utilizar el tren, pero ¿por dónde empezar? Ya no es una cuestión de coste, es de realidad operativa inexistente.
¿Cómo abordan los cargadores la situación actual de los fletes marítimos y cuál cree que será su evolución en el futuro?
Con cautela y una gestión más estratégica de sus operaciones. Los cargadores están diversificando rutas y puertos, fortaleciendo la trazabilidad de sus envíos y promoviendo soluciones que eviten la integración vertical marítima. Las navieras adoran los incidentes geopolíticos y aplican una gestión de “volatilidad estable” que ya no abandonarán jamás, ya esta situación les aporta ganancias elevadas.
Las navieras deberían generar confianza y rendir cuentas operativas y económicas a sus clientes, especialmente en referencia a los recargos medioambientales y en el compromiso de entrega de la mercancía a tiempo; pero el concepto “cliente” ya no es el mismo de antaño, ha sido despojado de su escudo de “customer satisfaction” para convertirse en un vocablo que no contiene derechos, ni atención, ni consideración, donde la erosión del servicio parece imparable. Las navieras fueron las impulsoras de la globalización, pero ahora son agentes desglobalizadores.
Uno de los problemas más acuciantes en la carretera es el de la escasez de conductores. ¿Cómo abordan los cargadores este desafío?
Nuestra asociación, Spanish Shippers’ Council ha sido la primera y la única en España que ha acuñado el eslogan “el conductor al frente”, reflejando nuestro compromiso con la dignificación de su labor y la mejora de sus condiciones. Los cargadores están respondiendo a este desafío con medidas concretas para mejorar la planificación de cargas y descargas, reducir tiempos de espera y garantizar condiciones dignas y seguras para los conductores. Además, se están priorizando flujos de transporte colaborativos entre distintos cargadores, buscando concentrar carga, optimizar rutas y evitar kilómetros en vacío, lo que no solo mejora la eficiencia, también contribuye a la sostenibilidad operativa.
¿Cree que están cambiando los roles en la cadena de suministro, en casos como el de que los transportistas eligen ahora al cargador?
Esta situación empezó con las navieras durante la pandemia y ahora se está trasladando al transporte terrestre. En un contexto de desequilibrio entre oferta y demanda, los transportistas tienen cada vez más capacidad para elegir con qué cargadores desean trabajar, ello está alterando la relación oferta-demanda. Para responder a este nuevo escenario, desde el Spanish Shippers’ Council hemos desarrollado la Certificación del Cargador Responsable (CCR).
A nivel europeo, esta certificación está siendo implantada también por el European Shippers’ Council (ESC) bajo la marca Shipper of Trust, un sello que distingue a los cargadores éticos, colaborativos y comprometidos con una gestión responsable.
La situación geopolítica y las crisis arancelarias están de actualidad. ¿Cómo afrontan estos dos retos los cargadores?
Con una gestión más estratégica, digital y resiliente de sus cadenas de suministro. Ante la creciente inestabilidad internacional, se están diversificando proveedores, mercados y rutas logísticas para reducir la dependencia de zonas de riesgo.
Además, se están creando nuevas métricas que permiten medir no solo la eficiencia económica, sino también la resiliencia, la sostenibilidad y el impacto geoestratégico de las decisiones logísticas. El resultado empieza a mostrar cadenas de suministro más inteligentes, flexibles y preparadas para afrontar los retos globales con una visión a medio plazo con planes de contingencia que son líneas de vida operacionalmente fiables.
¿Qué acciones están tomando los cargadores para ayudar a la descarbonización del transporte?
Ante la inexistencia de la opción ferroviaria en España, los cargadores están impulsando otras vías inmediatas en sintonía con la tendencia de “shrinking mobility” para avanzar en la descarbonización. Están renovando flotas hacia vehículos más eficientes y de bajas emisiones, optimizando rutas para reducir kilómetros en vacío y fomentando el transporte colaborativo y la concentración de carga entre empresas para maximizar la eficiencia, además de utilizar las autopistas ferroviarias y marítimas. También apuestan por nuevos combustibles sostenibles como el HVO, el biogás o el hidrógeno verde.
De forma más innovadora, algunos cargadores están desarrollando sistemas de medición dinámica de emisiones por trayecto, integrando datos en tiempo real para elegir la opción más limpia en cada envío. También se exploran modelos de compensación local de carbono mediante proyectos vinculados al propio transporte, como la instalación de paneles solares en centros logísticos o la creación de microhubs urbanos eléctricos para la última milla. Todo ello muestra un cambio de mentalidad: la descarbonización ya no se aborda como un coste, sino como una oportunidad para ganar eficiencia, reputación y competitividad.
¿Cuál es el grado de digitalización de los cargadores y cuál cree que será la evolución de esta digitalización en el futuro?
La digitalización está ya muy presente en los cargadores con los sistemas TMS. Sin embargo, este progreso no se ha extendido con la misma rapidez a la implantación del documento digital de transporte, a causa de la espera del despliegue normativo – ahora ya en marcha- y de la homologación de plataformas de servicios digitales.
Esta fragmentación impide que la información circule de manera segura, coherente y en tiempo real entre todos los actores de la cadena logística. El reto ahora es avanzar hacia una digitalización completa que garantice la seguridad operativa, la fiabilidad y la automatización del flujo de datos.