El pasado mes de diciembre, en esta misma sección, mostrábamos el intenso incremento de los tipos de interés del crédito hipotecario que, de manera paralela a los tipos principales de la política monetaria, se estaba produciendo en el conjunto de Occidente desde la primavera de 2022.La tendencia, claro está, ha continuado, y, en el último año y para el promedio de las economías que se muestran en el gráfico, los tipos hipotecarios (ciertamente, con diferencias entre tipos fijos y variables y según los países) se han prácticamente duplicado.
Este encarecimiento del crédito provoca el descenso en la demanda de vivienda por parte de potenciales nuevos propietarios, y limita igualmente el número de quienes desean mejorar el nivel de la residencia que habitan. El previsible resultado puede contemplarse, para esa amplia selección de economías desarrolladas, en el gráfico que acompaña estas líneas. En los dos años transcurridos desde la relajación de las restricciones contra la COVID-19 y el otoño de 2022, se producían fuertes, incluso excesivos, incrementos en los precios de la vivienda.
El cambio, aunque para algunas economías ya comenzó a percibirse en el tercer trimestre de 2022, se hace especialmente palpable con el cierre del pasado año. Caídas de precios en solo tres meses de hasta un 5%, como en el caso alemán, son alarmantes. En general, son los países que experimentaron un superior dinamismo en el crecimiento de los precios tras la pandemia los que ahora muestran con mayor crudeza el cambio de tendencia. Este freno a los excesos inmobiliarios que se empezaban a constatar en no pocas economías occidentales es bienvenido, antes de que se generasen burbujas más notables, pero las consecuencias adversas del debilitamiento del mercado inmobiliario, en lo que a compraventa de vivienda se refiere, no pueden obviarse.
Primero, una ralentización de la actividad del sector de construcción residencial, siempre una pieza importante en cualquier economía.
Segundo, la reducción de la capacidad de consumo apoyada en un crédito respaldado por el valor de la vivienda. Tercero, una prudencia adicional en el consumo por el efecto riqueza negativo de la caída en los precios de este activo crucial para muchas familias.
Tercero, con los tipos de interés al alza penalizando la adquisición de viviendas, se acentúa la demanda habitacional alternativa, es decir, la de alquiler, afectando a unos precios ya tensionados en no pocos países, en especial aquellos que, sorprendentemente, adoptan medidas que reducen, en lugar de aumentar, la oferta de viviendas de alquiler...