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Puchero Portuario, más que un simple plato de comida

Loli lleva un año acudiendo al Puchero Portuario. Inma un poco más. Una es inmigrante andaluza, la otra valenciana. Las dos viven cerca del Puerto de Valencia y las dos están desempleadas desde hace tiempo. A pesar de su situación, no pierden la sonrisa y cuentan con naturalidad y sin esconderse que necesitan la ayuda de otros para poder cubrir sus necesidades básicas. A pesar de eso, no han tirado la toalla. Y no han tirado la toalla porque, además de que no se lo pueden permitir, están contentas viniendo al Puchero Portuario. Las tratan bien, se interesan por ellas, les ayudan, algo que en otras asociaciones de ayuda “no pasa”.

  • Última actualización
    19 diciembre 2019 17:08

Catalogar el Puchero Portuario, la iniciativa conjunta de Coordinadora Solidaria Valencia y la multinacional SanLucar, podría parecer fácil a priori. Pero cuando uno rasca un poco se da cuenta de que no es el típico banco de alimentos ni la clásica ONG. Es algo más. En esencia, ciudadanos sin recursos acuden allí para obtener una comida caliente al día, que consta de un plato principal y fruta, que se complementa con otras donaciones y con platos preparados para el fin de semana. En total, el Puchero Portuario da servicio a 200 personas a diario que se llevan la comida a su propia casa, evitando así “la estigmatización, sobre todo para los niños y niñas”, tal y como reconocen Francisco Masiá y Humberto Nácher, estibadores del Puerto de Valencia y verdaderas almas del proyecto.

Pero la comida no sale “gratis”. El que acude al Puchero Portuario sabe que no va a hacer cola y llevarse la comida sin más. Sabe que tiene que formarse y que debe demostrar que está buscando trabajo. “Lo que buscamos es la reinserción en la sociedad de las personas que más han sufrido y están sufriendo la crisis”, afirma Arantxa Vivó, asistente social. “Por eso, la ayuda del Puchero Portuario es fundamental. Todo el que acude aquí sabe que puede dedicar más tiempo a formarse y buscar un trabajo que en tener que cubrir sus necesidades básicas”.

Además de Arantxa, trabajan en el Puchero Portuario Vicente García, el cocinero, y José Saiz, el repartidor. Pero siempre tienen ayuda. Recientemente, se ha firmado un convencio de colaboración con la Universidad de Valencia, gracias al cual los estudiantes de Trabajo Social pueden realizar allí sus prácticas.

En los casi dos años que lleva funcionando del Puchero Portuario, pocas cosas han cambiado. “En todo este tiempo, pocas ayudas económicas hemos recibido. De hecho, desde el Ayuntamiento nos reconocen con cierto pesar que no llegan a todos los sitios donde les gustaría. Trabajamos siempre con donaciones de empresas y grandes superficies con las que elaboramos las comidas. Nos negamos a pagar por la materia prima con la cantidad de comida que se desecha”, reconocen tanto Nácher como Masiá.

“Lo que sí ha sido un gran acierto es trabajar en red con otras asociaciones y ONGs”, afirman. Y es que el 90% de sus usuarios vienen derivados de otras organizaciones. Cuando acabe el año, la barra del Puchero Portuario habrá servido nada menos que 100.000 platos de comida.

COORDINADORA SOLIDARIA

La acción de Coordinadora Solidaria Valencia no se encuentra sólo en el Puchero Portuario, sino que va más allá. 2019 ha sido un año muy intenso.

Seguramente recuerden el caso de Rosario y su hijo, que vivían en un trastero en Valencia. Coordinadora Solidaria Valencia sufragó el gasto de un hotel hasta que lograron una vivienda social.

Además de mantener el jornal solidario -una aportación económica que realizan los trabajadores de la estiba de manera voluntaria- Coordinadora Solidaria Valencia participó en actividades a favor de los niños saharauis el pasado verano y repartió el pasado mes de septiembre material escolar al inicio del curso para los menores usuarios del Puchero Solidario. También colabora con la Fundación Seur con la recogida de tapones de plástico.

En Navidad, Coordinadora Solidaria Valencia también recoge ropa -en asociación con La Casa Grande- y juguetes para los niños.