¿Cómo se han visto afectadas las empresas cargadoras por la pandemia del Covid-19?
Para los cargadores, el Covid-19 ha afectado de forma distinta según los sectores. Durante el estado de alarma la demanda estuvo fuertemente alterada. Algunos sectores del gran consumo como el textil, electrónica, ferretería o en la restauración, la actividad tuvo un parón casi completo, con caídas del 70% y 80%, y en otros como la alimentación o el sanitario, la actividad se multiplicó con crecimientos entre el 100% y el 500% según establecimientos o tipos de productos.
En el escenario actual de una nueva normalidad donde siguen las restricciones no se ha recuperado la normalidad y de nuevo la afectación es desigual. Los canales de consumo y el consumidor han cambiado. Los fabricantes de alimentación con más peso en el canal de hostelería tienen caídas de ventas, los que están más presentes en el canal de cadenas de distribución tienen subidas, el consumo de electrónica de consumo caerá solo un 2% anual, compensando descensos en algunas categorías con ascensos en otras como la informática, el sector de ferretería y bricolaje cerrará el año alrededor del 0%.
El consumo de alimentación del canal de restauración, muy penalizado y con una caída de ventas del -38%, se está trasladando a las cadenas de distribución alimentaria que está teniendo fuertes crecimientos del 13%. La distribución de cosmética cerrará el año con caídas del 4%, siendo la categoría del lujo la más penalizada, y la distribución textil también tendrá una fuerte caída del 26%.
¿Cómo ha sido la situación de estas empresas durante el estado de alarma?
La mayor preocupación de las empresas de actividad esencial durante el estado de alarma fue garantizar el suministro. Los cambios tan bruscos en la demanda supusieron un verdadero reto. Al margen de las importantes inversiones en seguridad las empresas han tenido que poner en marcha medidas de flexibilidad concentrando la producción en artículos más esenciales dentro del porfolio, ampliando refuerzos en logística, especialmente los distribuidores de alimentación, implantando rápidamente la capacidad en el canal de comercio electrónico, que tuvo un crecimiento enorme en esos meses. La venta online de alimentación se disparó esos meses llegando a colapsar el servicio y alargando el plazo de servicio.
Logística y transporte han sido claves para asegurar lo más importante: el abastecimiento a la población. Y podemos decir que ha funcionado. El nivel de disponibilidad de producto en los lineales fue en esos meses del estado de alarma del 92,8%, nivel que ha sido el mejor de Europa. En Italia y Bélgica bajaron del 88% y en Francia la falta de productos en los lineales llegó a rozar el 18%, es decir, una disponibilidad de solo el 82%. Ser capaz de atender la demanda ha sido la principal prioridad y el coste de las operaciones para conseguirlo ha pasado a un segundo plano.
“La mayor preocupación de las empresas de actividad esencial durante el estado de alarma fue garantizar el suministro. Los cambios tan bruscos en la demanda supusieron un verdadero reto”
La mayor preocupación de las empresas de actividad esencial durante el estado de alarma fue garantizar el suministro. ¿Cuál ha sido el nivel de actividad durante este periodo?
Un calificativo que define bien el nivel de actividad desde el inicio de la pandemia hasta hoy es la volatilidad. Por ejemplo, en el sector de la ferretería y bricolaje el primer trimestre tuvo una caída del -9%, el segundo del -25%, el tercero una subida del 18%, el cuarto se prevé una subida del 15%. Estos vaivenes de la demanda que se producen a nivel de un sector se amplifican a nivel de producto. Esta volatilidad ha sido la principal preocupación de los responsables de cadena de suministro de las empresas, incluso por delante de las medidas de seguridad.
Como señalaba, el canal que ha tenido un importante crecimiento de actividad es el online. Según el último estudio ShopperView de AECOC, el 53% de los consumidores ha comprado productos de gran consumo por internet. El 26% ha empezado ahora a hacerlo. Muchos de estos nuevos comparadores se quedarán: el 70% continuará comprando algunos productos y el 8% comprará la mayoría. Además, el 23% cree que comprará más por internet a partir de ahora. Y lo que es más importante, el consumidor ha comprado en un canal que le ha gustado, en el que ha tenido una buena experiencia. La valoración de la experiencia de compra es ya superior en la compra por internet (5,47) que en la compra en tienda (5,45).
Se estima que el e-commerce duplicará las cifras del 2019 en un máximo de tres años. Si preguntamos a los distribuidores si este crecimiento de la compra online de alimentación es coyuntural o estructural, el 46% opina que este canal crecerá entre un 10% y un 25%, mientras que el 31% apuesta por un crecimiento mayor al 50%
¿Qué medidas han tomado las empresas para afrontar la pérdida o el incremento de su actividad?
La crisis sanitaria ha puesto en evidencia la necesidad de profundizar en algunos aspectos que hubieran mitigado el impacto de la misma en la operativa logística. En este sentido, según un estudio de AECOC, los responsables de la cadena de suministro de fabricantes y distribuidores creen que esta crisis del Covid ha puesto de manifiesto que la digitalización de procesos y documentos, o sea la transformación digital, es la necesidad más importante a abordar por el sector, seguida de mejorar la relación fabricante/distribuidor a nivel logístico y potenciar la colaboración interna entre áreas de supply chain y comercial. Estas necesidades, ya identificadas por el sector como aspectos con amplio margen de mejora antes de la crisis sanitaria, reafirman su importancia en el nuevo entorno post-covid.
Destaca también la necesidad de racionalizar el surtido, reduciendo productos o promociones que no aportan suficiente valor y que introducen complejidad. Y mejorar la polivalencia de los equipos para dotar de mayor flexibilidad y capacidad de reacción a la cadena de suministro. Para la distribución, la mejora de la venta online y la puesta en marcha de modelos logísticos más adecuados a la nueva dimensión es un claro reto.
¿Cómo será la recuperación de estas empresas?
En términos globales el consumo ha bajado y la recuperación no será rápida porque el consumidor tiene menor poder adquisitivo (según un estudio de AECOC, el 41% declara que el Covid tendrá un impacto negativo en su economía de carácter duradero, el 44% retrasará inversiones o gasto, el stock de ahorro disminuyó mucho por la pasada crisis y el volumen destinado al ahorro en detrimento del consumo está subiendo).
La confianza del consumidor en septiembre ha sido peor que la del mes de abril en pleno estado de alarma. El miedo a perder el empleo ha situado la tasa de ahorro a niveles muy altos, superiores a los de la anterior crisis del 2008. La estimación para este año es que el consumo privado caiga un entre un 11-14% y el próximo se recupere, pero a un ritmo del 5-7%, o sea gradual.
“Esta crisis ha puesto de manifiesto que la digitalización de procesos y documentos es la necesidad más importante a abordar por el sector”
“Estamos combatiendo una enfermedad del siglo XXI con medidas de otras épocas”¿Las medidas adoptadas por el Estado para frenar la crisis del Covid-19 y la paralización de la actividad de las empresas han sido las adecuadas?Desgraciadamente estamos combatiendo una enfermedad del siglo XXI con medidas de otras épocas: el distanciamiento social o la limitación de la movilidad, lo que tiene un importante coste en la economía. Con independencia de ello, las medidas adoptadas por el Gobierno durante el estado de alarma para garantizar el acceso a los bienes fueron positivas. Me refiero a medidas como la flexibilidad en el tiempo de conducción y descanso, la ampliación de plazos de renovación de permisos de conducción o ITV o la eliminación de las restricciones de circulación.
Los retos: vuelta a la rentabilidad, digitalización y automatización¿Cuáles son los retos a los que se enfrentan las empresas cargadoras a corto plazo?A corto plazo, la vuelta a la rentabilidad. La productividad en el período de estado de alarma y en la desescalada ha bajado y los costes logísticos han subido provocados por la volatilidad de la demanda, por medidas de seguridad, por las bajas laborales y por el coste del transporte que ha subido por la dificultad de llenar los retornos. Y, aunque es un aspecto de fondo no ligado al Covid-19, por la baja ocupación de los vehículos de transporte que va disminuyendo gradualmente por bajar el tamaño de los pedidos.También a corto plazo, el reto de dar un salto en la digitalización y en automatización. Y ello sin perder de vista el reto de la sostenibilidad, que con la crisis sanitaria no ha pasado a segundo plano.¿Y a largo plazo?La crisis hará que las empresas cambien cosas. Por un lado, se buscarán fuentes alternativas de suministro, evitando concentrar riesgos en proveedores o zonas geográficas, tanto en fabricación como en aprovisionamiento. Por otro lado, las cadenas serán más cortas. La proximidad aguas arriba y aguas abajo hacia los clientes gana peso y habrá una relocalización de la producción y activos logísticos.