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Tres para unoo una para todos

Como es Navidad, me vais a permitir que me ponga un puntito ñoño.

  • Última actualización
    21 diciembre 2021 10:49

Un virus sigue muy presente en nuestra vida, y en nuestra muerte. No parece sencillo librarnos de él. Está demasiado extendido. Habita ya en todos los rincones del mundo. Hay vacuna, siempre la ha habido, pero no todos la conocen y no todos se la quieren poner. Así las cosas, el virus del egoísmo acabará con la humanidad, tarde o temprano, si no entendamos de una vez que la vacuna de la solidaridad es la única vía posible de supervivencia. Otro ejemplo de que sobra egoísmo y falta solidaridad es lo que está pasando con el virus de la COVID y sus vacunas. Somos tan así … que creemos que poniéndonos tres vacunas nosotros y ninguna ellos, estamos a salvo.

Tiene, ya me perdonarán, un punto educador el virus este. Nos dice, a gritos, que pensemos en los otros, en todos y cada uno de los seres humanos del planeta. Que compartamos las soluciones o compartiremos los problemas. Que el camino es ponernos, todos, una vacuna, luego dos o tres. Pero todos a la vez. Todos. Mientras no seamos más solidarios no tendremos remedio alguno. Acabaremos con nosotros, nosotros mismos. Y no se trata de ser caritativos, se trata de ser justos y responsables, y entender que mientras otros países apenas tengan vacunas, seguirán siendo un laboratorio perfecto para que el virus mute y se rearme para venir a por nuestro inmaculado primer mundo.

Después de todo lo vivido y lo poco o mucho que cada cual haya aprendido, esta Navidad se convierte en un momento único para la reflexión. Si no aprendemos a ser justos y responsables, más solidarios, por tanto, no vamos a tener remedio alguno. Por muchas vacunas que nos pongamos, sólo serán un parche.

El virus del egoísmo acabará con la humanidad, tarde o temprano, si no entendamos de una vez que la vacuna de la solidaridad es la única vía posible de supervivencia

Más allá de investigaciones científicas, es el interior del ser humano el que tiene las mayores posibilidades de solucionar esta inmensa crisis que tanta muerte y tanto dolor está causando. El espíritu navideño es un bálsamo que antaño ha servido para rotos y descosidos, si ayuda a remover ese interior, bienvenido sea.

No recuerdo otra situación, otro momento en nuestra historia reciente, en el que compartir fuera tan importante, en el que la solución pasara tan claramente por pensar en los demás, como forma más directa de pensar en uno mismo.

La logística ha demostrado que está preparada para casi cualquier reto. Hacer llegar la vacuna a cualquier rincón del mundo no sería un problema. Siempre que nos dejen, claro.

Mientras, no queda otra que rogar porque el ser humano mute en sus niveles de cordura. Seguro que después de ver y vivir lo que estamos viviendo y viendo estos años, aprenderemos la importancia de la solidaridad. Con la ayuda del espíritu navideño, seguro que interiorizamos al fin estas enseñanzas que nos llevarán a un mundo mejor. Al menos a un mundo sano. ¿Verdad?

Ojalá el año que viene, por estas fechas, pueda escribir de otras cosas. Seguro que serán más alegres que el maldito virus. Mientras… cuidaros y cuidar a los demás. Eso será la felicidad que tanto buscamos y tan cerca está.

Mis mejores deseos para todos vosotros. Feliz y segura Navidad.

Feliz y normal Año Nuevo.