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Un futuro prometedor y complejo

Los últimos 19 meses han ejercido una enorme presión sobre los transitarios de todo el mundo con la pandemia de COVID-19 como principal elemento perturbador en un terreno de juego fuertemente condicionado por otros fenómenos, tales como los problemas de capacidad en todos los modos de transporte, especialmente en el marítimo; el alza desbocado de los fletes del contenedor marítimo; la congestión en puertos y terminales y la demora de la carga; el boom del comercio electrónico con la exigencia de entregas cada vez más rápidas; la escasez de productos básicos con problemas de reabastecimiento; así como las crecientes exigencias en sostenibilidad medioambiental derivadas del cambio climático, entre otros muchos.

  • Última actualización
    29 noviembre 2021 11:00

Todos estos factores, unidos a otros que ya venían ejerciendo una clara influencia desde años atrás, como son la integración vertical o la imperiosa necesidad de digitalización de un colectivo especialmente habituado a gestionar los procesos y tramites administrativos de modo manual, sitúan a los transitarios ante un futuro sin duda complejo, pero en el que ocupan un papel central en su definición.

Es, precisamente, su capacidad para adaptarse a los cambios e incluso para liderarlos, la que ha posicionado al transitario o freight forwarder como un elemento esencial de la cadena de suministro global, sin cuya participación el comercio global como hoy lo conocemos no sería posible. En todo caso, esta resiliencia y capacidad de superación, se enfrenta también a ciertas amenazas que los transitarios deben ser capaces de convertir en oportunidades, o en su caso, mitigar al máximo su impacto.