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Buen amarre = Escala segura

El amarre es una de las partes fundamentales en la operativa de atraque de un buque a puerto y la seguridad es uno de los principales aspectos a tener en cuenta para desarrollar esta imprescindible labor.

  • Última actualización
    17 diciembre 2021 16:47

 “Es vital realizar una buena labor de amarre del buque para garantizar su correcta descarga, siguiendo siempre los protocolos de seguridad para evitar incidentes, dado que un mal amarre es una falta de seguridad para un buque durante su estancia en puerto”. Así lo señalan en una entrevista a este Diario, Josep Batlle, coordinador general de amarre, y Josep Peralta, patrón de servicios, ambos miembros del equipo de Cemesa, una de las dos empresas de amarre que operan actualmente en el puerto de Barcelona.

Tal y como explican Batlle y Peralta, una operativa de amarre puede estar condicionada por distintos elementos, primordialmente por el tamaño del barco y el tipo de amarres que lleva. “A veces nos encontramos con barcos pequeños que llevan amarres muy pesados y para manipularlos exigen más personal en tierra; en cambio, existen barcos mucho más grandes, con amarres más modernos y más ligeros, que facilitan más la maniobra de los amarradores”, detalla Batlle.

Otro factor que influye en el desarrollo de una operativa es la tipología de buque y de atraque.  Por ejemplo, señala Peralta, “si se trata de un buque de inflamables -que suele ser de las maniobras de amarre más complicadas por la peligrosidad que comporta- requiere sí o sí, del uso de embarcaciones. En cambio, en un atraque en otro tipo de muelle, como puede ser en las terminales de contenedores, no siempre es necesario que haya embarcaciones”.

Todo esto se analiza y se decide en el momento de organización de la operativa. A través del sistema de control AIS, la compañía tiene acceso a la previsión de los barcos que van a entrar a puerto. Aunque en algunas ocasiones el tiempo estimado no es exacto, apunta Peralta, -dado que depende, entre otras cuestiones, de si el atraque está ocupado o de si hay algún otro barco con preferencia para entrar en el muelle-, esta previsión permite calcular el tiempo que puede tardar en  comenzar la maniobra de atraque.  “La torre de control nos avisa para realizar la operativa y en ese momento se organiza al personal. Es entonces cuando decidimos cuántas dotaciones deben ir, si podemos operar directamente por tierra o si se requieren embarcaciones y a qué muelle debemos acudir exactamente”, explica Batlle.

Entre 10 minutos y una hora

Otro aspecto variable en la labor del amarre es la duración de las operativas. Según la tipología de barco,  la maniobra puede durar apenas 10 minutos. “Sucede, por ejemplo, con barcos que llegan siempre al mismo atraque y suelen tener los cabos preparados”, detalla Batlle. En estos casos, la maniobra es “muy rápida”, sobre todo si no requiere de embarcaciones. En cambio, existen “otras maniobras que pueden alargarse hasta una hora”. Esto sucede porque “en ocasiones, el tiempo entre cabo y cabo es muy lento porque el barco debe virar e ir  posicionándose poco a poco, dado que la posición debe ser exacta para que coincidan las tomas de descarga”. Por otra parte, “puede suceder también que aparezca alguna dificultad con algún amarre que pueda quedar enganchado en una defensa y eso retrasa la maniobra”, agrega.

Respecto a la estacionalidad y variabilidad de la actividad, tanto Batlle como Peralta aseguran que los niveles de trabajo se mantienen durante todo el año, “dado que el aumento de los cruceros en verano, compensa la menor frecuencia de portacontenedores, por ejemplo”. Eso sí, “un trabajo en el que puedes estar horas sin actividad y de repente coinciden varias maniobras”. En Barcelona, los picos de trabajo suelen darse entre las 5:00 y las 9:00 horas, “con los cocheros”; y entre las 18:00 y las 21:00 “con los cruceros y los ferries de las islas”.

Maniobra de amarre de un buque gasero a pie de muelle. Foto A.Tejera. Maniobra de amarre de un buque gasero con buques de apoyo. Foto A.Tejera. “Entre las maniobras más complicadas destaca el amarre de buques gaseros por la peligrosidad que comporta, mientras que las gabarras de combustible se caracterizan por ser de las más sencillas”

Maniobra de amarre de un buque portacontenedores con automóvil. Foto.A.Tejera. Josep Batlle, coordinador general en Cemesa; y Josep Peralta, patrón de servicios. Foto A.Tejera. Simulacro organizado por Salvamento Marítimo en el que participó Cemesa el pasado mes de septiembre. Foto A.Tejera. Seguridad, ante todoLa seguridad es uno de los aspectos más importantes en una operativa de amarre y el trabajo en equipo es indispensable, por lo que la pareja es fundamental. “Siempre deben ir como mínimo dos personas para que en caso de incidencia haya capacidad de respuesta, se pueda avisar a emergencias o tirar un aro al agua, incluso asistir al compañero en caso de daño si es necesario”, apunta Josep Batlle.Asimismo, la pareja es fundamental para las operativas con vehículo. “Los vehículos que utilizamos están acondicionados, de modo que mientras una de las dos personas va conduciendo, la otra vigila el amarre”, explica Josep Peralta. De hecho, “contamos con sistemas de seguridad que permiten soltar el amarre en caso que el barco vire, para que el vehículo no caiga al agua”, agrega.Dado los riesgos que comporta la labor de amarre, la formación del personal resulta también fundamental. En este sentido, los requisitos mínimos necesarios para trabajar como amarrador son, según detalla Batlle: la formación básica en seguridad, un certificado que se hace a través del Instituto Nacional de la Marina, que sirve para poder realizar trabajos de marinero o amarrador; y el carnet de conducir. Además, “para poder hacer de patrón, se necesita el título de patrón portuario, más el certificado de formación sanitaria, de contra incendios y de radio operador restringido”, explica. En el caso de Cemesa, entre el 70% y el 80% de la plantilla cuenta con el título de patrón, “aunque eso no quiere decir que todos ejerzan como tal”, apunta Josep Batlle.A la par de la formación, indispensable es también la utilización de los EPIS personales y de los protocolos de seguridad. “Hablamos de dimensiones grandes y cualquier accidente que pueda a ver puede acarrear consecuencias muy graves”, señala Josep Peralta. Para ello, la empresa lleva a cabo simulacros de emergencia de manera rutinaria, como el realizado recientemente en coordinación con Salvamento Marítimo.

“Entre las maniobras más peculiares que hemos realizado, destaca nuestra participación en el rodaje de películas, el remolque de plataformas especiales para obras o el rescate de una tortuga”