La disposición general del edificio, su distribución y estilo arquitectónico fueron obra del ingeniero, subdirector de las obras, Federico Gómez de Membrillera. "Sin acudir a las decadencias del estilo modernista, dispuso un edificio de líneas clásicas que se hallan al tenor del decorado y ornamentación de las últimas construcciones erigidas en nuestra ciudad", explicaba la Memoria sobre el Estado de las Obras del Puerto de Valencia de 1913.A destacar de esta cita la pretendida puesta en valor del proyecto porque no se veía marcado por el estilo modernista. El paso de la Exposición Regional y Nacional celebrada unos años antes en Valencia (concretamente en 1909) trajo aires europeos a la ciudad, inventos de última generación y nuevos estilos para estar a la moda. Así, el Edificio del Reloj retomaba el estilo clásico y ornamentado, reflejo de la arquitectura construida con motivo de la Exposición Regional, y el uso novedoso de la mansarda (buhardilla), típicamente francesa, como cubierta.Entonces, esta cubierta del edificio rompió con el sistema general de construcción de Valencia, pues era completamente original, y además, "no encarece el coste general de construcción". El proyecto costaba, según la Memoria de 1913, 177.820,38 pesetas. A recordar que estaba pendiente de aprobación, hito que sucedería el 14 de mayo de 1914.Además, el inmueble, de bella arquitectura que rememora la Estación de Lyon en París (Francia), destacaba y destaca a día de hoy, por el porte que le otorga el gran reloj escogido por la Junta de Obras del Puerto de Valencia como garante "regulador de todas las tareas y operaciones. Colocado en sitio elevado, contribuirá además a la mejor decoración arquitectónica del edificio", se subrayaba en la Memoria del puerto del año 1913.El Plan General de Obras del Puerto de Valencia desarrollado durante los primeros años del siglo XX fue dirigido por el ingeniero José María Fuster. Fueron años de excepcional relevancia porque se realizarían las principales obras del conocido ya como puerto histórico. Así fueron apareciendo los muelles cubiertos, los depósitos de almacenaje, los nuevos muelles, la aduana, el varadero y, por su puesto, la Estación Marítima llamada Edificio del Reloj tras el izado del mismo a lo más alto de su torre.
Cuestión de necesidadLa Estación Marítima nació por necesidades comerciales y humanitarias. Según se indica en la Memoria del Puerto sobre el estado y progreso de las obras durante el año 1913, "una vez terminados los proyectos en curso y resultando cada día más imperiosas las necesidades del tráfico, cuyo aumento ha sido mucho mayor que el calculado en la fecha de redacción del anteproyecto (septiembre de 1910) es llegado el momento de realizar esta mejora reclamada con insistencia por el Comercio y que, además, tiene un fin altamente humanitario, cual es el de impedir que los pobres emigrantes duerman a la intemperie cuando han de embarcar en expediciones que, desgraciadamente, y con demasiada frecuencia salen de nuestro puerto para América y las costas africanas". No hay que olvidar que la década arrancaba con penurias económicas que llevaron a muchos, a miles, a zarpar rumbo al continente americano buscando un mejor porvenir."Hasta hace pocos años no existía más línea regular de vapores para transportes escalonados que la de los Correos de Baleares, cuyo servicio semanal exigía bien pocas atenciones", se justificaba la obra en 1913, "más adelante ya creció el movimiento de viajeros con el establecimiento de la línea regular bisemanal (hoy ya diaria) entre Valencia y Barcelona, aumentando después con la de Génova y litoral italiano. Pero cuando ha venido a señalarse un progreso grande y definitivo en este particular ha sido desde el año 1910, con motivo de la fijación de itinerarios con el norte de África y del señalamiento de escalas para América y Filipinas", señaló el puerto. Asimismo, la modernidad de Valencia y sus excelentes conexiones para el comercio obligaban a la construcción de una Estación Marítima de nivel. Había que evitar "el espectáculo de ver yacer a la intemperie en días de lluvia y de ventisca a los emigrantes", valoraba el responsable del puerto en la Memoria.Por ello, la Estación Marítima se diseñó para que pudiera albergar al pasaje que aguardaba y al que desembarcaba. En total podrían esperar cómodamente unas 150 personas, "no son tan capaces, ni con mucho, las salas de espera de las principales estaciones de ferrocarriles", advertía la Junta de Obras, orgullosa del proyecto que se iniciaba.Convenía, también, disponer de un local para aquellos viajeros que procedían del extranjero y necesitaban que se reconocieron sus equipajes por la Aduana. Por si fuera poco, la Estación incluyó servicio telegráfico y telefónico, la facturación de equipajes y expedición de billetes de las compañías férreas, el servicio de explotación de las líneas de los muelles, punto de parada de carruajes, etc.¿Otra innovación? Pues que, gracias a un acuerdo de la Junta de Obras con las compañías de ferrocarriles, los viajeros que lo desearan podían facturar desde cualquier punto del Puerto para todas las estaciones de la Península abonando 0,25 pesetas por tonelada y verificándose el transporte sin transbordos. La Junta de Obras apostaba por la comodidad del usuario y así en una sola planta se reunían todos los servicios que el viajero requería (facturar, tomar el billete, combinar viajes con las agencias, etc.).
UbicaciónPero, ¿y dónde se ubicaría esta moderna estación? "No cabe duda", sentencia la Memoria del Puerto de 1913, "es racional que se halle junto a la Escala Real. Este es el verdadero centro del Puerto; en él convergen las líneas de la calle Mayor y Avenida del Puerto; hállese junto al embarcadero de viajeros; cerca de la estación del Norte, y en sitio donde no pudiendo atracar de costado las embarcaciones, no se cercenan espacios al Comercio general".Esta decisión marcó, desde ese momento, la entrada al puerto y la emblemática estación se convirtió en un hito visual que identificaba la llegada a Valencia de los viajeros.
Y la historia fue pasando sobre sus muros Como no podía ser de otra manera, el devenir de la historia también ha marcado la vida del Edificio del Reloj. Al comienzo del siglo XX el Puerto de Valencia vivía una etapa de cambios y ampliaciones y la fisionomía de la dársena se adaptó rápidamente a los nuevos usos. En esas se estaba cuando se produjo el levantamiento militar de 1936 y los bombardeos acabaron, prácticamente, con el espíritu del edificio. Tres cambios de imagen más nos llevan al actual Edificio del Reloj. Actualizado, moderno y con la belleza de su torre del reloj recuperada.
Con el inicio de la Guerra Civil española, el puerto se convirtió en objetivo prioritario para el ejército franquista. ¿Por qué? Porque el gobierno de Largo Caballero estableció en Valencia la capital de la República Española, desde el 6 de noviembre de 1936 hasta el 31 de octubre del año siguiente; y porque el puerto se convirtió en un nodo exportador, un almacén de material de guerra y centro de distribución y abastecimiento de mercancías para la población civil y el ejército republicano. El puerto era un objetivo estratégico en la contienda y los primeros bombardeos se sucedieron en diciembre de 1936. Según destacan los expertos, más de 450 ataques aéreos y navales se contabilizaron, hasta marzo de 1939, en la zona porque el objetivo del ejército era detener el tráfico marítimo, de ahí los grandes desperfectos sufridos en la dársena interior y en los muelles principales, donde fueron hundidas varias embarcaciones. Por su parte, el Edificio del Reloj quedó prácticamente destruido. "Tan sólo quedaron aprovechables tres de sus fachadas, las vigas y viguetas metálicas del piso alto, los apoyos verticales de fábrica y la torre, ya que su cubierta en forma de mansarda y los paramentos exteriores estaban severamente dañados", detalla el libro "El Edificio del Reloj, Símbolo del Puerto de Valencia. Una obra centenaria" presentado recientemente.
ReconstrucciónTras la Guerra, el primer objetivo fue la reparación y reconstrucción de los muelles, almacenes y depósitos portuarios para poder restaurar los servicios marítimos lo antes posible. Entre lo edificios a recuperar, estuvo la Estación Marítima.A pesar de que en un primer momento se pensó en demolerla, su situación estratégica y la necesidad de reubicar en sus instalaciones los servicios propios de la estación, así como los de la Junta de Obras, hizo que no sólo se mantuviera sino que se ampliara. El proyecto de "Reconstrucción y ampliación de la Estación Marítima del puerto de Valencia", data de 1940. Se intentó recuperar el esplendor de tiempos pasados en el proyecto pero el país vivía en plena posguerra nacional y mundial y los suministros y materias primas eran escasos. Urgía crecer pero reutilizando materiales. No había tiempo de florituras. De ahí la reconstrucción sencilla y sin adornos. El nuevo edificio, de dos plantas, quedó conformado con una superficie de 38 metros de longitud por 26 de ancho, cerrado por una cubierta plana. En la parte central una claraboya de cristales cubría el pequeño patio de luces. Los muros exteriores estaban construidos por un zócalo de sillería y el resto de la altura de fábrica de ladrillo, con revestimiento de mortero hidráulico.Como novedad, se incluyó un restaurante y la cocina. Junto a estos servicios y el mostrador de billetes y recogida de equipajes, existía un despacho de la compañía marítima de navegación, la agencia de turismo, los retretes y la aduana. En la parte antigua se mantuvieron los servicios de inspección, vigilancia, sanidad, correos y telégrafos. La planta principal estaba dedicada a las operaciones de explotación del puerto."El resultado de esta intervención supuso la pérdida de su esbeltez, ofreciendo una imagen más pesada por falta de ritmo y proporción, cualidades que poseía en su diseño original", subrayan Inmaculada Aguilar y Laura Bolinches, coautoras del libro "El Edificio del Reloj, Símbolo del Puerto de Valencia. Una obra centenaria".
Recuperando la esenciaEn 1966 se produjo otro hito importante en la historia del Edificio del Reloj. Las instalaciones se habían quedado insuficientes para los servicios de la Junta de Obras y el traslado del personal fue inevitable.Con la salida de la dirección, se redistribuyeron los espacios de la planta baja ahora dedicada a servicios de sanidad, comunicaciones, vigilancia, servicio de guardamuelles, resguardo de motos y bicicletas, restaurante y viajeros.Unos años más tarde, a finales de los 70, se activan dos nuevos proyectos: la reparación de la torre y la adquisición de un nuevo reloj. Además, Trasmediterranea solicitó nuevos atraques por lo que se inició la construcción de una nueva estación marítima en el Tinglado nº3.En 1986, y bajo la dirección del ingeniero Jaime Ronda Agudo, comienza a ver la luz el importante proyecto "Balcón al Mar" que aunó una serie de actuaciones de restauración y rehabilitación de los edificios más significativos de la dársena. El objetivo del proyecto fue la cesión de la Dársena Interior a la ciudad generando un nuevo espacio urbano. La Estación Marítima estaba entonces en unas condiciones lamentables, de hecho, había sido desalojada debido al mal estado de conservación en 1984, según destacan Aguilar y Bolinches.El nuevo proyecto de Jaime Ronda incluyó la reconstrucción completa del conjunto, la recuperación de la mansarda, ampliando en una planta el edificio reformado en 1940-1945, y la crestería y la construcción de elementos decorativos para la fachada con piedra artificial que recordaban al clasicismo original. Asimismo, se previó elevar la torre del reloj ya que con la recuperación de la mansarda las proporciones de la torre no eran adecuadas.El nuevo Edificio del Reloj, que recuperaba la esencia del primer proyecto aunque no era exactamente como el original, se diseñó con grandes salas para actividades varias y en la planta baja el servicio de guardamuelles. En 1987 se estrenaba la nueva edificación.La última actualización del Edificio del Reloj en el siglo XX se produjo en la década de los 90 y con el objetivo clave de adecuarlo a los nuevos usos culturales y sociales que el momento requería. Así en 1991 se ejecutó el "Proyecto de Acondicionamiento de la 1ª planta del Edificio del Reloj" del ingeniero jefe de Proyectos de la APV, Jaime Ronda. Se construyeron un centro formativo y cultural, laboratorios, aulas, despachos, sala de profesores, administración y una sala de archivo.
Siglo XXI: cambio interiorFinalmente, en 2006 se realizó la última intervención en el Edificio del Reloj que consistió en la rehabilitación integral del edificio: se remozó el exterior y se cambió la distribución interior que incluyó una nueva ordenación del patio central.La Memoria redactada por los ingenieros directores Ignacio Pascual y Vicente Lassala destaca que se precisaba la intervención "con la intención de concebir un edificio más abierto con espacios más diáfanos, para mejorar de esta manera la imagen así como el buen funcionamiento del edificio y poder satisfacer las necesidades actuales y futuras" como la recepción de autoridades, realización de actos oficiales y eventos culturales. Las obras finalizaron en 2010.Como curiosidad subrayar que en la base de la torre del reloj, y en conmemoración al sexto centenario de la llegada por mar de la imagen del Cristo del Grao, se emplazó una imagen de la Virgen del Carmen.