Garantizada la capacidad portuaria para duplicar en los próximos años los actuales niveles de tráfico, desde Fomento la apuesta se orientó en esta legislatura en materia portuaria a trasladar a las cadenas logísticas la buena marcha de los puertos. De ahí la aprobación de medidas tan simbólicas como la reducción por ley de las tasas portuarias o la creación del Fondo Financiero de Accesibilidad Terrestre Portuaria para, por un lado, ampliar el espectro inversor de los puertos dada su fortaleza financiera y, por otro, responder al gran reto pendiente: la conectividad de los puertos con el hinterland.En esta misma línea, se dio garantías y estabilidad de futuro a los inversores portuarios con la ampliación de los plazos concesionales y un compromiso inversor en compensación superior a los 2.000 millones y, por tanto, con un impacto competitivo enorme.En este ámbito de la mejora de los costes portuarios, gran reto futuro, no se lograron grandes avances en ámbitos como la estiba, con la reforma pendiente pospuesta, o en los servicios técnico náuticos, en los que se intentó progresar fomentando la competencia por la vía de los pliegos de condiciones. Estos costes volvieron a desvelarse como un reto esencial, tal y como reflejó el nuevo Observatorio Permanente del Mercado de los Servicios Portuarios, del que aún debe esperarse mucho más.