Los faros han sido desde siempre fuente de inspiración de historias enigmáticas y misteriosas, además del nexo de unión entre el marino y la tierra, esa luz que marca el camino de vuelta y, en muchos casos, la salvación. Y el Faro de Favàritx no es ninguna excepción. Enclavado en el cabo del mismo nombre, rodeado de acantilados de pizarra negra y grisácea, este emplazamiento se aleja de la idea que tenemos en nuestro imaginario de Menorca, una isla plácida, verde y soleada rodeada de un tranquilo mar azul turquesa. Pero ahí está Favàritx, en el extremo noreste de la isla, azotado por la Tramontana, para recordarnos la bravura del mar. Inaugurado en el año 1922, el de Favàritx fue el último faro que se construyó en Menorca. Y Xavier Marquès Triay ha recogido toda su soledad y belleza en esta foto, que el año pasado recibió el tercer premio en el concurso de pintura y fotografía que convoca anualmente la Autoridad Portuaria de Baleares en colaboración el Círculo de Bellas Artes de Palma de Mallorca.