Podríamos iniciar el comentario de esta fotografía facilitando algunas pistas para que el lector fuera, poco a poco, descartando posibles ubicaciones del lugar donde fue tomada, en una suerte de acertijo cuya solución debería ser necesariamente un nombre propio de lugar. Pero el autor de la fotografía, y también de este texto, no está por la labor y prefiere cortar de raíz el juego desvelando el lugar: Eemshaven, Holanda. Un lugar como otro cualquiera en el mundo. Cierto. En todo caso, convendrán conmigo en que la instantánea que todo turista desea llevarse del paisaje holandés a su álbum de fotos es la de un bonito molino con una hermosa vaca (holandesa, of course) al lado. Vamos, lo que comúnmente se llama postal. Pero en esta ocasión, el fotógrafo no es un turista más sino un periodista logístico y portuario (o al menos eso cree él). En el Puerto de Eemshaven, al norte de Holanda, no hay molinos tradicionales con aspas de madera ni vacas pintas pastando. En su lugar, encuentra junto al muelle gigantescas torres eólicas y ovejas despreocupadas que caminan lentamente, como dejándose ir, y cuyas siluetas se recortan sobre un "alto" a dos metros sobre el nivel del mar, entre el tapiz verde que cubre el país de norte a sur, y el gris plomizo con el que la luz del Mar del Norte tiñe el paisaje. Eemshaven es, a pesar de lo que la fotografía pudiera sugerir, un puerto comercial e industrial. Eso sí, un puerto verde, pero que muy, muy verde. Foto J.P.