Europa heredó de Francia la tradición de la botadura con champán, algo en lo que también influyó que Estados Unidos la pusiera de moda a principios del siglo XX. En nuestros días, al estrellar la botella contra el barco, si ésta no se rompe, el barco recibe el nombre de "moro"; es decir, no bautizado. Se dice también que el nombre del barco no debe cambiarse nunca, bajo pena de convertirse en maldito. Y también, que en la botadura del "Titanic", la botella utilizada no llegó a romperse. Pero no es cierto. La compañía White Star Line acostumbraba a lanzar tres cohetes antes de botar el barco para celebrar el acontecimiento. Sin embargo, en la inauguración del crucero "Costa Concordia", el 7 de julio de 2006 en el Puerto de Civitavecchia, la botella lanzada por la madrina, la modelo Herva Herzigova, llegó sin velocidad hasta el casco del navío, rebotó en él y no se rompió... Por eso, uno respira más tranquilo cuando comprueba con sus propios ojos que la botella y el buque, casco contra casco, contactan violentamente hasta provocar el estallido de espuma que se observa en la foto. Sucedió hace algo más de un año en los Astilleros Murueta de Erandio, en la Ría de Bilbao, en la botadura del buque "Egalabur", que surca hoy los mares del Índico en busca del apreciado atún. Pero no era champán el líquido derramado sobre su bulbo sino "Agua de Bilbao". ¡Mucho mejor que el champán!